“Cada que vez que veo la obra me gustaría cambiar algunas cosas, el problema del dramaturgo es que no le hacen caso” JUAN VILLORO
Foto: Zoombiefilms “Cada que vez que veo la obra me gustaría cambiar algunas cosas, el problema del dramaturgo es que no le hacen caso” JUAN VILLORO, dramaturgo  

La obra De Perfil de José Agustín inspiró a Juan Villoro a tomar un curso de cuento y a tres décadas de distancia es una de las voces más destacadas de la literatura latinoamericana actual y hoy se define como un dramaturgo agradecido por el regreso al proscenio de su obra La Guerra Sucia.

“Para mí es muy grato que la obra se reponga porque uno de los grandes desafíos del teatro contemporáneo es permanecer en escena, no tenemos teatro de repertorio en México y aunque hay muchas obras que aunque tenga éxito en su tiempo, salen de cartelera y no  se vuelven a poner y eso siempre es muy estimulante para un dramaturgo”, dijo en entrevista con este medio el también autor de La noche navegable.

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Esta puesta en escena narra la historia del confinamiento voluntario de dos amantes mexicanos a la baja: El Gato y Carolina. Él es un rockero en decadencia y ella una actriz de performance desempleada. Ambos se refugian en su bunker-okupa en el Berlín de los años ochenta. Dentro de este ambiente, transitan la delgada línea del círculo vicioso con una decadencia vital, todo al ritmo de la canción Sad Song de Lou Reed y bajo los efectos del LSD.

Juan Villoro asegura que esta no es una obra biográfica aunque vivió en Berlín, Alemania, en la misma época en la que se centra la trama donde plantea la posibilidad de que dos personas que se quieren mucho, que se aman desesperadamente también sean capaces de destruirse.

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“Una relación de pareja siempre es un predicamento. Yo creo que el amor es la máxima complicación que existe, es un beneficio maravilloso enamorarse de una persona pero al mismo tiempo esto trae inquietudes, nerviosismo; incluso, su toxicidad sigue siendo un tema actual en mi obra, en la que también intervienen las drogas, por eso considero que La Guerra Fría no pierde vigencia”, dijo.

Entre 1981 y 1984, Villoro residió en Berlín atravesando uno de los momentos más dramáticos de la guerra fría, donde conoció a varias personas, de veintitantos años que estaban buscando su camino, su horizonte y que encontraban un estímulo muy especial en esta ciudad que los hacía sentir que estaban al borde del abismo.

“Me parece que hay un elemento simbólico en este mundo loco que se está destruyendo y al mismo tiempo resulta muy atractivo para la gente que está buscando la tentación del Apocalipsis porque Berlín era una ciudad muy atractiva para los jóvenes artistas que iban a vivir allá buscando una experiencia diferente porque era una ciudad justamente al borde del peligro entre los dos bloques políticos.

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“No es casual que fueran a vivir allá personajes como David Bowie y posteriormente el grupo U2, entonces todo esto sucedió en ese Berlín que parecía un laboratorio del fin de los tiempos y todo eso se ve reflejado en esta puesta en escena que dirige Mariana Giménez”, añadió.

Para Juan Villoro, esta es una obra muy desgarradora con actores que dejan todo en cada presentación, tanto así que sostiene que si él fuera parte del elenco de esta pieza que dirige Mariana Jiménez sólo resistiría diez minutos en escena porque el desgaste físico es extremo.

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Con miras a llegar a diversos escenarios de la República mexicana, La Guerra Fría protagonizada por Mariana Gajá, Bernardo Gamboa y Jacobo Lieberman, por el momento se presenta de jueves a sábados a las 19:00 horas, hasta el 24 de febrero en el Teatro Estefanía Chávez Barragán (antes Carlos Lazo) en la Facultad de Arquitectura, de la UNAM.