En un año y una quincena, dice la Constitución, Andrés Manuel López Obrador ya no será Presidente de México y lo que sí quedará es una larga lista de consecuencias de este régimen que ha trastocado todo.

Cuando esté ausente el deslumbrante carisma presidencial, muchos podrán volver a abrir los ojos y pedirán cuentas, ya sea a quien llegue a recomponer las cosas o a quien pretenda dar continuidad a las políticas actuales.

Serán evidentes las revisiones de las obras faraónicas y de las promesas incumplidas, como los servicios de salud estilo Dinamarca, pero también van a aparecer las revisiones del estado de la economía ante el letargo lopezobradorista y su mundo de los otros datos.

Va a ser hasta entonces que podría un grupo más extenso de ciudadanos entender que no solo perdimos un sexenio de crecimiento, sino que la forma de ejercer los recursos públicos van a dejar una herencia de deuda y desequilibrio fiscal.

El resultado electoral será importante para la rendición de cuentas y la garantía de reencauzar o no el rumbo económico del país.

Es un hecho que si se quieren sanear las cuentas públicas del país, quien quiera que sea la presidenta de México a partir del 1 de octubre del 2024 va a tener que tomar decisiones económico-financieras importantes, no populares para evitar una crisis.

Siempre habrá la posibilidad de que, en un escenario de más de lo mismo, la siguiente administración sea solo oficialía de partes del dictado del líder de la autollamada 4T y se compliquen más los problemas financieros.

La primera Presidenta de México tendrá que recomponer los programas sociales y decidir cuáles de los elefantes blancos de la infraestructura lopezobradorista deberán seguir bajo su estatus actual de negocios del ejército.

Pero también, sea quien sea que vaya a portar la banda presidencial, tendrá que recomponer la salud de las finanzas públicas si no quiere que le estalle una crisis de dimensiones importantes antes de la primera mitad de su mandato.

Una de las decisiones más trascendentales a tomar por parte de la siguiente administración será el futuro de las empresas del sector energético. Especialmente la ruta que deberá seguir Petróleos Mexicanos y su descomunal deuda.

También, entre los que tendrán que rendir cuentas están aquellos que renunciaron a su vocación profesional de informar para dar cuenta de la propaganda oficial. Aquellos, por ejemplo, que desde una supuesta especialización informativa dicen que México tiene más crecimiento que Estados Unidos.

Sin el más mínimo rigor reproducen gráficas que no son comparables simplemente para hacerle el juego a los otros datos del régimen. Lo que sea que hoy ganen del poder será poco con lo que pierden ante sus lectores.

Es un hecho, la siguiente administración no derrochará el carisma actual, pero sí tendrá problemas acumulados y deberá planear bien sus estrategias, porque si bien habrá una luna de miel con quien resulte la primera Presidenta de México, ésta será breve.

Primero, por el tamaño de los problemas que va a heredar este gobierno y segundo, porque la clientela política del régimen rápidamente va a extrañar a ese líder al que habían elevado a niveles mesiánicos.

 

    @campossuarez