Hace 60 días, en el ámbito político, no había oposición que pudiera competir por la presidencia de la República, pero hoy nadie duda que el poder público puede cambiar de manos en 2024.

El círculo rojo repetía, incansablemente, que todos los opositores al régimen íbamos tarde y aventajados. Pero tres partidos políticos nacionales se pusieron de acuerdo con organizaciones civiles y ciudadanas y, claros en el objetivo común, crearon el Frente Amplio por México (FAM). El objetivo: derrocar la dictadura de un destructor que habita en Palacio Nacional.

Iniciamos respetando la ley electoral y a diferencia de Morena, se instrumentó un procedimiento democrático interno con participación ciudadana inédita y elegir a un constructor de la unidad para lograr un Gobierno de coalición que recupere la presidencia de la República.

Se apuntaron en este Frente 33 mexicanos, mujeres y hombres de prestigio y preocupados por la restauración de la democracia en el país, y sólo 13 cumplieron con las condiciones preestablecidas por lo que formalizaron su registro.

Las y los aspirantes tuvieron sólo 40 días para mostrarse, recorrer el país, recolectar 150 mil firmas, dialogar con la ciudadanía, presentar sus postulados y proyectar su visión de país.

En el tramo final de ese proceso interno de las 13 personalidades que iniciaron, sólo cuatro aspirantes, dos mujeres y dos hombres, cumplieron con el requisito de aprobación, reconocimiento y simpatías que se había pactado originalmente.

Para el cierre de ese primer filtro, ya se había sumado la participación en solo 40 días de más de 2 millones 300 mil ciudadanos listos y dispuestos a participar

Las organizaciones tienen un año para reunir 200 mil firmas y varias asambleas, presentarlas ante el INE, para poder aspirar a constituir un partido político.

Además de la expresión espontánea de las simpatías, el FAM acordó la realización de dos encuestas, bajo las siguientes condiciones: a domicilio, con un valor de 70% en ponderación y otra telefónica, con un valor preestablecido de 30%.

Debemos destacar que se vencieron decenas de intereses locales y obstáculos durante el proceso. Se trataba de hacer política distinta a la tradicional: partidos y ciudadanía.

Nadie del comité organizador cobró por su tiempo y sus servicios y nunca se prestaron a negociaciones fuera de las reglas acordadas. Se organizaron seis foros regionales.

Varios declinaron. No les favorecían los resultados.

Mención especial merece Enrique de la Madrid, quien con una altura de miras y una visión de unidad inquebrantable, declinó a favor de quienes encabezaban las preferencias ciudadanas. No presentó resistencia, fue de los constructores de una alianza para que alcancemos el mejor México posible. Se sometió a las reglas y participó asumiéndolas. Antepuso a su persona y un trabajo de años al interés superior del país y de los mexicanos. Con esto, siembra un precedente democrático de saber conceder para la victoria y se fortalezca la nación y el Estado de derecho.

Pero antes de llegar a la elección final, cuando ya sólo quedaban dos mujeres finalistas: Beatriz Paredes Rangel, una probada estadista, y Xóchitl Gálvez, que conectaba con los ciudadanos, las casas encuestadoras contratadas para el segundo sondeo dieron a conocer los resultados que, había que reconocerlo, no le favorecían a BPR por una diferencia de alrededor de 15 a 18 puntos.

Los tres partidos integrantes del FAM solicitaron la entrega de los resultados con antelación y, los representantes del comité organizador, hablaron con cada una de las aspirantes y se les mostraron los resultados.

Cabe resaltar que, para ese momento, ya se tenía todo dispuesto para la elección.

Lo cierto es que Xóchitl, desde que AMLO le negó el derecho de réplica y el acceso a Palacio Nacional, se convirtió en la más popular y, en consecuencia, la aspirante que quería la mayor parte de la ciudadanía que ganara y, tal y como lo exigió la mayoría, así fue.

Hace cuatro meses decían que no había oposición; sin embargo, hoy renació y, cada día, aumenta la esperanza de generar un gran movimiento espontáneo que se encamina a la consolidación de un Gobierno de coalición.

El origen de la unidad está claro: reconquistar el poder político para establecer una verdadera democracia y desterrar las ocurrencias unipersonales de un dictador.

La construcción del mañana es nuestra, tenemos nueve meses para edificar un nuevo horizonte, sin soberbia, divisiones ni arbitrariedades o decisiones absolutistas. Vamos por un nuevo futuro donde quepan todos los mexicanos. Decisiones colegiadas y Gobierno de coalición.

 

@FernandoPeaGar2

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