Una de las enseñanzas de este sexenio es la cantidad de cosas que pueden estar mal en un cartón. Lo digo por la ramplonada que publicó el otro día Helio Flores: “Piñachet”, tituló al intento de equiparar a la ministra Norma Piña con el dictador chileno.

Son varias las cosas que se podrían decir sobre la caricatura en cuestión. Por ejemplo, que un profesional del gremio debería darse cuenta de que está en uno de sus momentos creativos más bajos cuando la única forma de desacreditar a quien entiende como un enemigo de su líder es ponerse a hacer referencias obvias a los malos de la historia. “Güey, es una Pinochet. ¡Ja, ja, ja!”. Dios mío. Claro, cuando tu chamba consiste en defender al líder, es que el momento creativo bajo probablemente abarque una carrera.

Desde luego, habría también un par de cosas que decir sobre cómo hay cabezas que deberían evitar los terrenos de la equivalencia moral. Helio Flores nos pretende convencer de que la ministra presidenta intenta dar un golpe de Estado por la vía legal y de que eso justifica dibujarla como al generalote chileno.

Bueno, por supuesto que no hay golpe de Estado. Lo del “lawfare” es una forma grandilocuente y en inglés de referirse a la división de poderes, como ya dije en otro lado. Pero si lo de la “guerra judicial” fuera cierto tampoco estaría justificado el monigote.

Pinochet, y de veras da pena recordarlo, fue un sujeto que dio un golpe de Estado a tiros, o sea con muertos de por medio; que luego impuso una dictadura sanguinaria, con casi 30 mil personas torturadas y unas tres mil que fueron asesinadas o desaparecidas, y que terminó sus días con la huella de un asesino que además fue un corruptazo.

Ya que estamos en esto, se podría hablar también de la ceguera simbólica del autor de esta sandez. Para las izquierdas, Pinochet es uno de los símbolos del horror tiránico de las derechas. Bueno, pues ni para respetarle ese estatus.

Podría hablarse, finalmente, de la cofradía de aplausos recíprocos, los de la paella, que, como siempre, se refirieron al cartón como a una obra maestra. Uno entiende que el nivel general es “Calderón, fuchi caca” o “Neoliberalismo, popó”, pero híjole…

Claro que en realidad, sabemos, no tiene sentido hablar de estos asuntos, no en este contexto y para esos hipotéticos interlocutores. Limitémonos, pues, a decir que el esperpento pinochetista de la semana no será recordado como lo peor del caricaturista oficialista. A Helio Flores lo salva de esa etiqueta el colega que equiparó a Alazraki y a Hitler.

 

      @juliopatan09