Inician los juegos de estrategia de los bancos centrales a partir del dato inflacionario de los Estados Unidos.

Cuando la inflación subía prácticamente sin control, como sucedió desde la segunda mitad del 2021, lo “fácil” era acompañar esos incrementos en los precios con aumentos en el costo del dinero como la receta casi única que tienen los bancos centrales.

Y así fue, las autoridades monetarias más o menos siguieron el mismo camino de aumentar sus tasas de interés de referencia dependiendo el tamaño de las presiones en la inflación y algunos con atención en los efectos en su Producto Interno Bruto.

Algunos bancos centrales como el de Brasil se apresuraron a iniciar los incrementos y lograron efectos positivos más rápidamente. Otros institutos centrales, como el europeo, fueron más cautelosos por los efectos recesivos que podían provocar en sus economías.

Algunos como el banco central de Turquía, carente de cualquier autonomía y sentido común, siguieron las indicaciones de su dictador, Recep Tayyip Erdogan, y provocaron un fenómeno de híper inflación.

El Banco de México fue de los adelantados y comenzó un proceso de alza en la tasa de interés interbancaria incluso antes que la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed), Banxico tuvo su primer incremento en esta fase en junio del 2021 y la Fed hasta marzo del 2022.

Lo que le faltó al banco central mexicano fue acompañar esa clara actitud intransigente contra la inflación con un mensaje más contundente. Pero sus autoridades se dejaron apabullar por las palabras huecas de la mañanera que juraban que el problema inflacionario se había contenido.

Con el dato inflacionario de los Estados Unidos de abril pasado que conocimos ayer se abre una nueva fase en las políticas monetarias.

La inflación general de aquel país está ya en 4.9% hasta el mes pasado, pero su inflación subyacente se mantiene en 5.5%. Esto puede reforzar dos mensajes. El primero es que pudo haber llegado ya el momento de frenar los incrementos en el costo del dinero y, el segundo, que no es todavía oportuno hablar de bajas en la tasa de interés.

Solo que la Fed no dio por terminada la temporada de alzas en las tasas, ni siquiera adelantó una pausa en los incrementos, sino que argumentó que se basaría en los datos económicos.

Este primer dato de baja en las presiones inflacionarias adelanta, al menos, una tregua en las alzas.

Al mismo tiempo, el Banco de México se enfrenta a una desaceleración de la inflación general, por las bajas coyunturales en ciertos precios, pero a una inflación subyacente todavía alta que justificaría un último aumento de la tasa interbancaria hasta el 11.5%.

Este es el escenario del ajedrez monetario. Estrategias, puntos de vista encontrados al interior de los órganos tomadores de decisiones y movimientos del mercado impredecibles ante las decisiones que ya no es posible adelantar.

A partir de ahora, cada dato económico, lo mismo inflación que empleo o producción industrial, va a alterar el avispero del mercado. Y cada reunión de política monetaria será estresante para los inversionistas que buscarán sacar la mejor partida a cada decisión que se tome.

 

   @campossuarez