Cada día aparece ya menos en los noticieros. Ya nadie habla de ello en la radio. Los periódicos derrochan tinta en otras noticias. La invasión de Rusia a Ucrania se ha convertido en algo tan “normal” que ya nadie repara en ello.

No nos damos cuenta del peligro que corremos, que corre toda la Humanidad. Todos los días nos acercamos a un precipicio sin pensar que podemos caer. Y claro que podemos caer, cuando tenemos tantas ojivas nucleares que se apuntan unas a otras pudiendo reventar al planeta varias veces.

Pero además esta guerra está evidenciando que tiene muchos frentes. Europa está desunida. Y no sólo Europa, la propia Alianza Atlántica también.

La OTAN, ese compacto organismo militar no parece tan compacto. Hungría y Turquía, dos países de la OTAN, los dos relevantes –más el segundo– muestran fisuras a la hora de apoyar a Ucrania. Al final siguen siendo cercanos a Putin. La relación de Viktor Orbán, el presidente húngaro, y Vladimiro Putin es más que evidente. Hungría sigue gozando de canonjías que no tiene ningún otro país con Rusia. Con respecto a Turquía, la ayuda que Rusia le está proporcionando en su lucha contra el terrorismo turco del PKK, tiene una buena contraprestación con el apoyo del presidente Erdogan que mantiene una sólida amistad con Vladimiro Putin.

Con respecto a la Unión Europa, otra vez Hungría y Viktor Orbán, siguen apoyando a Rusia. Sin embargo, lo hace con tacto para no desagraviar a sus socios del selecto club de la Unión Europea.

Hay países que, no siendo europeos, están muy cerca, como es el caso de Bielorrusia. Este país representa el hermano menor de Rusia y no duda ni un instante en apoyarle sin ningún tipo de fisuras.

Con este panorama y viendo unos bloques tan enfrentados y divididos es muy difícil poder avanzar hacia la paz. Se hace casi imposible. Más cuando una derrota de Putin podría desencadenar una guerra a escala total.

 

    @pelaez_alberto