Durante las últimas semanas, Brasil ha estado en una posición complicada en lo que respecta a los conflictos internacionales, sobre todo por su postura acerca de la guerra en Ucrania y su reciente visita a China; pues en el fondo, pareciera ser que Lula da Silva pretende redefinir su política exterior, a través de nuevas alianzas y oportunidades comerciales en el escenario internacional.

Sin embargo, ello no es nuevo; pues al igual que en sus dos primeros mandatos, Lula ha buscado que Brasil tenga un papel protagónico en los temas más relevantes de la agenda global, enfocándose en trazar una diplomacia pragmática e independiente que persiga los intereses brasileños y cree un mundo multipolar en un momento de hegemonía estadounidense.

A su vez, su discurso de victoria tras las elecciones presidenciales, ya dejaba entrever sus ambiciones en dicha materia, las cuales se han concretizado en una serie de viajes al extranjero, entre las que destaca la reciente reunión con su homólogo chino y, la visita del ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, a Brasil.

No obstante, no debemos olvidar que, a la par de los objetivos de Lula, Brasil y el mundo han cambiado desde que estuvo por primera vez al mando. Hoy, Brasil está más polarizado y el apoyo interno de Lula ha disminuido de manera considerable. Cabe tan sólo recordar que su victoria se dio con un margen de sólo 1.8%, siendo la victoria más estrecha desde 1989. China, por su parte, ya no es un mercado emergente, sino una potencia mundial. La guerra ha estallado en Europa y las violaciones de los derechos humanos en América Latina se han intensificado.

En ese sentido, el compromiso de Brasil con tratar de desempeñar el papel de pacificador global, sostenido durante su visita a China, donde instó a EU y Ucrania a cesar con la guerra, corre el riesgo de parecer ingenuo. Sin embargo, a la luz de que China es actualmente uno de los principales socios comerciales de Brasil, esta postura no es sorprendente, pero lo que llama la atención es que este acercamiento se produce en un momento en que la tensión entre China y EU está en aumento, aunado al hecho de que Lula está llevando a cabo un delicado acto de equilibrio mientras también busca estrechar lazos con Washington.

El intento brasileño de buscar una mayor cooperación con China y al mismo tiempo pedir una resolución pacífica del conflicto en Ucrania, sugiere que el Presidente ve la necesidad de mantener un equilibrio diplomático, en lugar de tomar partido en el conflicto entre las grandes potencias.

En ese marco, aunque si bien este enfoque es importante en un mundo cada vez más polarizado, en definitiva, la posición de Brasil respecto a la guerra en Ucrania y su visita a China son dos caras de una misma moneda. El escenario internacional es cada vez más complejo, de modo que Brasil debe encontrar su propio camino y defender sus intereses, sin perder de vista la importancia de mantener una postura coherente y basada en principios sólidos.

¿O será otra de las cosas que no hacemos?

Consultor y profesor universitario

Twitter: Petaco10marina

Facebook: Petaco Diez Marina

Instagram: Petaco10marina