Foto: Ángel Ortiz / Marco Antonio Reyes afirma que es una satisfacción poder intervenir en ua de las tradiciones más emblemáticas de Iztapalapa  

Los pinchazos, cortaduras y sangre derramada en la elaboración de la corona que Jesucristo portará durante el Viacrucis por las calles de Iztapalapa, no representan un sacrificio para Marco Antonio Reyes quien aprendió y heredó esta labor de su padre desde hace 20 años.

“La corona, uno de los símbolos más sagrados que tenemos aquí en Iztapalapa; la corona que usó Cristo en ese tiempo, más bien la que le pusieron, es importante porque sin corona no hubiera representación”, señaló este hombre de 47 años de edad.

TE PUEDE INTERESAR: ¿Cuándo empiezan las vacaciones de Semana Santa este 2023?

Con las manos marcadas por los pinchazos de las espinas, Marco narró en entrevista para 24 HORAS que desde hace nueve años, tras la muerte de su padre, quedó al frente de fabricar de manera directa la corona que Jesús porta en su cabeza en la representación del Viacrucis de Iztapalapa.

Explicó que comenzó hace 20 años atrás como ayudante de su padre: “Yo me inicio en la elaboración de la corona principalmente viendo a mi papá, él inició la elaboración de la corona en el 90, él fallece en el 2013, en ese entonces compañeros del Cossiac (Comité Organizador de Semana Santa en Iztapalapa A. C.) nos dan anuncio para seguir elaborando la corona hasta el día de hoy”.

Tejer la corona de espinas dura alrededor de cuatro horas, sin embargo, el proceso inicia varios días antes, pues el artesano tiene que buscar la materia prima, que es la vara de huizache, y prepararla para poder manipularla y darle forma.

“Vamos a traer la vara, al estado de Guerrero, que es la materia prima es un día completo; se deja secar, se le tiene que caer esta hoja, se limpia; terminando de limpiarla se mete al agua, son dos días de remojo, se saca; al quinto día, ya teniendo la medida de la cabeza del joven que va a representar el papel de Cristo, ya se empieza la elaboración y más o menos en cuatro horas ya tienes terminada una corona”, detalló.

Durante el proceso de fabricación, agregó, “lo más difícil es limpiar la vara y a la hora de estar elaborando y armando la corona que va a usar, por los pinchazos de la espina que sí te duelen, que sí te llegas a sangrar”.

Refirió con orgullo que fabricar la corona es algo muy gratificante porque recuerda a su padre, de quien aprendió la técnica y “la satisfacción es que algo que mi papá me enseñó a elaborar aún sigue siendo artesanal como él lo empezó, y la satisfacción de seguir siendo todavía su legado”, indicó.

Antonio aclaró que no trabaja sólo, pues cuenta con la ayuda de su hermano y su sobrino, quienes también participan en esta encomienda familiar, pues “es una satisfacción de que mi papá nos enseña a hacer la corona y nosotros lo seguimos recordando en este tiempo en la elaboración pues él está con nosotros”, afirmó.

Frase:
“Me inicio en la elaboración de la corona principalmente viendo a mi papá, él inició la elaboración de la corona en el 90, él fallece en el 2013 y quedo al frente de la tradición”

Marco Antonio Reyes
Artesano creador de la corona de espinas

 

LEG