“De lo que tengo miedo es de tu miedo”

                                                                                                                 Shakespeare

Según Mario Delgado, portero de Morena, la marcha del 18 de marzo era para “mostrar músculo de cara a las elecciones de 2024”. Curiosa declaración. Dice el morenista que la 4T es imbatible y que Morena es el único ganador posible el próximo año. ¿Para qué necesitaban entonces hacer una manifestación de acarreados de esa magnitud? Algo no cuadra.

El Presidente pasa por su momento más oscuro; tiene frentes abiertos y adversos, por todos lados y los enfrenta cada vez más aislado y radicalizado. El viernes 17 “le renunció” Lázaro Cárdenas Batel –su coordinador de asesores– para ir a la CELAC que, en los hechos, no existe. Vamos, AMLO lo corrió y punto.

En las últimas manifestaciones ciudadanas -en defensa del INE y el Día Internacional de la Mujer- López Obrador decidió resguardarse en su “Palacio” con medidas de seguridad inéditas; hay una evidente pérdida de contacto con la realidad. ¿Qué fue de aquél político que recorrió el país de arriba a abajo buscando el contacto ciudadano? La 4T devoró a su creador; lo convirtió en un autócrata y un gobernante autoritario, implacable con sus críticos, mezquino con sus adversarios y con una ambición de poder sin límite. Se transformó en el jefe máximo.

La manifestación-acarreo del pasado sábado, so pretexto de celebrar la expropiación petrolera de 1938, no fue más que un vulgar acto de campaña anticipado. Una manifestación forzada, sin tapujos de ningún tipo, “pagada” por los diputados de Morena –con los impuestos de los mexicanos– para que AMLO pudiera representar, una vez más, su rol predilecto: el eterno candidato.

El discurso del Presidente dejó en claro que el maximato obradorista está en marcha, cita textual: “Cualquiera de los aspirantes que resulte triunfador en la encuesta aplicará nuestra misma política en favor de la nación”.

En un nuevo ataque a Cuauhtémoc Cárdenas –y familia– declaró: que él no cometerá el error de Lázaro Cárdenas de nombrar sucesor a alguien que no garantice la “continuidad total de su movimiento” y pretenda hacer cambios a sus reformas y programas para “torcer” su transformación. ¿Señalados? Ebrard y Monreal. Ellos lo saben.

El sábado AMLO “mostró musculo”, sin duda. ¿Pero por qué, para qué y para quién?

López Obrador necesitaba imponerse y confirmar su autoridad ante la feligresía morenista; que nadie se equivoque, “nada de zigzagueos” Yo, Andrés, soy la única y la última palabra. Los acarreados del sábado eran sólo parte de la escenografía, el verdadero mensaje era al interior del movimiento. El que tenga oídos para oír, que escuche. Están todos advertidos.

Desde diciembre, AMLO y la 4T no dan pié con bola: Coahuila fue la primera advertencia del desorden que reina al interior de la 4T. Los desatinos de su relación con la Suprema Corte, la irrelevancia del caso García Luna, el adiós al súper peso y sobre todo el cambio de la relación con Estados Unidos.

Si a lo anterior le sumamos la incapacidad de Mario Delgado y las intenciones de Ebrard y Monreal de no hincar la rodilla ante las ambiciones totalitarias y continuistas del Presidente, se requería un golpe en la mesa. O conmigo, o contra mí. Infundir miedo.

AMLO necesita controlarlo todo, la sucesión es su principal obsesión. Cómo dijo el generalísimo Francisco Franco: “Todo quedará atado y bien atado”. Para eso fue el evento del sábado 18, para advertir que no hay lugar para las críticas a la 4T, ni para el cambio de rumbo. Él es el presente y el futuro del régimen.

La sucesión en Morena arrancó el sábado 18. El miedo fue el principal invitado y López Obrador el anfitrión.

@Pancho_Graue

 fgraue@gmail.com