Señor Presidente. Desde esta tribuna democrática y entregada a la patria, una sugerencia: considere, en nombre de la posteridad que lo espera con un ramo de flores y una sonrisa, como a todos los grandes de la historia, bajarle tantito a las inauguraciones.

Esta semana, se lo digo fraternalmente, se le ha visto medio ansioso con lo de apuntarse logros, y, con todo respeto, eso no deja una imagen muy buena que digamos. Lo de Tesla, por ejemplo, fue medio raro: el acuerdo estaba amarrado, usted dijo más o menos que o la planta se instalaba en el sur profundo o nada, luego habló con el señor Musk –a propósito, ¿aprovechó para comentarle algo sobre Twitter?; urge– y ¡bum!: fórmense a dar las gracias porque le acabo de conseguir una inversión espectacular a Nuevo León.

Pero, digamos que esa le salió bien, al menos de cara a la galería chaira: el Jenaro y compañía estaban que no cabían en sí. En cambio, lo de DHL en el AIFA como que ya se salió de control.

Imagínese que un historiador decide, por ahí de 2060, revisar los logros de su primer sexenio, lo que en el futuro se conocerá como la etapa pre Noroña (¡pre-si-dente, pre-si-dente!) de la 4T. Elige un video, y ve un descampado con quien se le ocurra: que la jefa de Gobierno, que el señor general, que el señor gobernador y que, sobre todo, el señor Presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Usted. Y música y todo lo demás: banda militar con los grandes hits de la clásica mexicana, arco de agua, etcétera.

La primera impresión es que se va a inaugurar un aeropuerto que hará ver los más ambiciosos hubs del mundo como a un paradero en, digamos, la salida a Pachuca. Y no. Aparece un avión de DHL y bye.

Nada que reprocharle a la empresa de mensajería, más que respetable. Bien que invierta una buena lana en nuestro país, y normal que aproveche el momento para hacerse promoción.

El problema, señor, es que estos momentos se ven, por el lado oficial, un poco desesperados: como que el AIFA no cuajó como monumento a su grandeza, pues, y de lo perdido, lo que aparezca. Así, un llamado, Presidente: como no hay muchas empresas de esa magnitud y probablemente son menos aún las que invertirán en el “Felipe Ángeles”, evite, se lo suplico, seguir con las inauguraciones. No sea que acabemos por ver cómo pasa por ahí, con banda militar y todo, el equivalente aéreo a un camión de redilas con guanábanas o puercos, eso deje una impresión totalmente injusta de bananerismo y se nos arrepientan los de la mensajería.

 

  @juliopatan09