La verdad es que estamos en una bronca mayúscula. El Plan B es un intento de cuartelazo jurídico: se trata de reventar al INE, adueñarse de los procesos electorales y eternizarse por las buenas cuando se pueda, y por las malas cuando no, en Palacio Nacional. Nada que debatir: no perdamos el tiempo en discusiones inútiles. La cosa es que no es nada improbable que la movida le salga al Presidente.

Confirmado que el oficialismo en el senado es incapaz de cualquier atisbo de independencia o compromiso democrático, estamos en manos de la Suprema Corte. Y qué miedo. Las cosas han cambiado con Norma Piña, claro, pero el licenciado no necesita más que cuatro votos para darle muerte a cualquier posibilidad de una votación pareja en este país. De cuatro, en el escenario más optimista, tiene amarrados dos; en el escenario más racional, tres. Estamos, pues, en el hilo: cae uno, cae la democracia.

Así, no hay muchas más opciones para la ciudadanía que manifestarse, ese último recurso en las democracias en peligro. Al Presidente, sobra decirlo, no lo va a mover una protesta, por multitudinaria que sea.

Tampoco, en consecuencia, a sus empleados en la cámara alta o la Corte. Como he dicho antes, ese es el gran atractivo de trabajar para la 4T: una vez que te dejas ir y terminas con las cadenas del decoro, del pudor, eres libre. Puedes alcanzar cualquier nivel de obsecuencia sin temor al qué dirán, porque ya te lo dijeron todo. Llegaste al sótano. Dicho esto, es cierto que en este país todavía hay espacios de duda, lo que significa: tentaciones de cuadrarse con el oficialismo entre personas teóricamente independientes, como ya nos la aplicó alguna vez parte de la bancada priista y como luego le nace a algún ministro.

Así que, igual que en la marcha de Reforma y las que la acompañaron en el resto del país, queda recordarle a esas víctimas potenciales de la tentación del bandazo que éste no será del todo impune: que se les vigila y que al menos habrá alguna forma de sanción social. No es, creo, un arma muy contundente, pero es lo que hay. Tiene sentido, de tal forma, la convocatoria: hay que manifestarse en el Zócalo y en el resto de las plazas del país.

Entiendo que las anteriores no son líneas muy entusiasmantes, pero hay todavía un argumento extra para salir a las calles, que ya expresé cuando la primera marcha en favor del INE, ¿se imaginan cómo va a arder al hombre del Palacio ver el Zócalo lleno? La vida consiste también en joder la marrana, qué caray. 

 

      @juliopatan09