Bien dicen que la época decembrina es única; y es que dos semanas antes de Navidad, vimos como a Napillo se le despertaba la hermandad, la paz e incluso el amor por algunos líderes sindicales, al grado de buscar un encuentro con estos para convencer a los trabajadores de que existe unidad sindical entre las distintas organizaciones.

En dicho evento, comentan, que a Napoleón Gómez Urrutia se le vio inflado de ego, como es su costumbre, sintiéndose una especie de gurú de las buenas prácticas sindicales, donde además mostró un supuesto compañerismo y empatía con las otras organizaciones al asegurar que la unidad entre sindicatos seguirá ayudando a recuperar el movimiento obrero.

Recibió aplausos de los que cada vez parecen coincidir más con el pseudo líder canadiense que robó 55 millones de dólares a sus propios agremiados, pero como dicen, tardaron más en planear dicha reunión que Napillo en morderlos, (cuanta razón tiene la Senadora Lilly Téllez con su alegoría del perro), y es que en su mensaje navideño su “nuevo amigo” aseguró que los agremiados a sindicatos como la CROC, CTM o CROM lo buscaron para formar una nueva organización, ya que los trabajadores estaban cansados de esas dirigencias.

Y ahí terminó la magia de la Navidad, más no su discurso navideño. Napillo nunca ha tenido problema en mostrar una doble cara y menos cuando se trata de sacar ventaja de quien sea. El Napillo de hoy asegura que una de sus prioridades ha sido convivir con los mineros, dice estar convencido de que no hay mejor manera de conocer a los compañeros que con el contacto directo, que no bastan las comunicaciones a distancia o las videoconferencias. ¿Y los 12 años que estuvo en Canadá, ahí no importaba? Por supuesto que no.

Durante más de una década Napillo fue un líder totalmente ausente, si salía a dar conferencia era para hablar de su autoexilio, para pedir apoyo de las demás organizaciones, para hacerse el mártir o bien para mandar un mensaje sobre el Día del Trabajo desde la comodidad de su departamento de lujo en Canadá. Un verdadero cínico.

Vivió fuera del país como millonario, lo que menos quería era tener contacto con los trabajadores, a algunos del Comité Nacional nos veía solo porque éramos los designados, quisiéramos o no, para llevarle más de 100 mil dólares mensuales provenientes de las arcas del Sindicato Minero para que él y su familia se mantuvieran entre excesos y lujos, mientras tanto, los compañeros de Taxco, Cananea y Sombrerete eran obligados por el propio Napillo a sostener tres huelgas como medida de presión para el Gobierno y no ser encarcelado por el robo de 55 millones de dólares. Los compañeros huelguistas apenas recibieron apoyo económico por parte de Napillo, ni les alcanzaba para comer.

Regresó al país, como si nada, pero tampoco quiere decir que hoy sea un líder presente, sigue sin bajar a las minas, sigue sin tener contacto con los compañeros, siguen sin conocerlo en los centros de trabajo, sigue viajando por el mundo con el dinero de los mineros.

Napillo sigue siendo el mismo de siempre, el impostor de minero que se enriquece con las cuotas sindicales, el mismo extorsionador que amaga con estallar huelgas si es que las empresas no ceden a sus peticiones, el mismo elitista que no permite que se le acerquen los mineros si no es para hacer una valla mientras camina, el mismo que por un lado hace un pacto y por el otro traiciona.

 

  @CarlosPavonC