Una de las aportaciones culturales de la 4T es lo que un amigo llamó periodismo psicoanalítico. Me explico.

Digamos que el Presidente lanza un comentario que, bajo cualquier estándar humano distinto al morenismo, tendría que considerarse un desplante francamente espectacular de mezquindad. El intento de asesinato contra Ciro Gómez Leyva es un buen ejemplo.

Ciro salva la vida por muy poco, en el contexto de violencia sin precedentes que distingue a este sexenio con sus varios récords atroces y el Presidente aprovecha el viaje para, primero, descalificar otra vez a los periodistas que le son críticos; proceder, enseguida, a deslizar que en realidad el intento de asesinato fue dirigido contra su Gobierno, para desacreditarlo y, como remate, ya sin autocensuras ni pechos que son bodegas, atacar al propio Ciro, tres días después de que le dispararon.

¿Qué puede, suele, debe hacer el periodismo psicoanalítico? Primero, decir que bueno, sí, el señor Presidente se pasó un poquitín de la raya, aunque muy poquitín, y que sí, podría ser deseable un tono más mesurado, sobre todo porque ese carácter bronco, ese fuego del trópico que le recorre las venas, distrae la atención de lo que realmente importa: el Presidente es un tipazo, un sujeto extraordinario, un líder único lleno de amor por el pueblo bueno, por los desheredados de la tierra.

Nunca México había visto un concentrado de bondad como el que habita Palacio Nacional, un destilado de virtud igualitarista y justiciera de esencias tan delicadas. Eso, añade el periodismo psicoanalítico, es lo que vuelve tan apasionado al tlatoani. Eso es lo que lo mueve a la ira, al desasosiego beligerante.

En otras palabras, lo que hace el periodista psicoanalítico es interpretar los hechos en clave de santidad: viajar al corazonzote del Presidente, del líder supremo, y traer hasta nosotros la bondad oculta que lo mueve. “Sí, tiene razón Ciro en que no tardó en mandarle el escupitajo, pero en realidad es un escupitajo en superbuena onda”.

¿Qué otra cosa distingue al periodismo psicoanalítico? Que es completamente inútil. Al Presidente no le interesa demasiado, porque él, ya sabemos, es de elogios sin matices: la droga dura de la abyección, pues, tipo monero, tipo Epigmenio.

Tampoco tiene efecto en los seguidores duros, que no necesitan de persuasiones sutiles: morirán convencidos. Y por supuesto no tienen efecto en el público con herramientas críticas, ese que, necio, descreído, sigue pensando que un escupitajo es un escupitajo.

 

    @juliopatan09