Aquel dato inflacionario de los Estados Unidos al cierre del mes pasado del 8.5% anualizado, que era mucho mejor que el 9.1% de junio, fue festejado en los mercados con el regreso a los activos de renta variable y de los mercados emergentes.

Todo porque en la lógica de los inversionistas, menos inflación debería implicar aumentos menos drásticos a la tasa de interés interbancaria por parte del Comité de Mercado Abierto de la Reserva Federal (Fed).

En medio de aquella fiesta que, por ejemplo, regresó la paridad peso-dólar a los 19.80, no pocos de aquellos que toman decisiones de política monetaria en Estados Unidos decidieron echar un balde de agua fría a aquellos que ven banqueros centrales más laxos, para adelantar que podrían mantener una visión más estricta (hawkish) hasta asegurarse de que, efectivamente, la baja en la presión inflacionaria es sostenible.

Hasta ahora, los mensajes de muchos de los presidentes del sistema de la Reserva Federal apuntan a no confiarse de las primeras señales de baja inflacionaria y este mismo viernes podría haber más claridad del tono que mantendrá ese banco cuando el titular de la Fed, Jerome Powell, dé su discurso en la cumbre de banqueros centrales en Jackson Hole, Wyoming.

Las posibilidades van de mantener una mano dura contra la inflación, con todo y otro aumento de 75 puntos base en la reunión del 20 y 21 de septiembre o bien relajar los incrementos, a medio punto porcentual, para apostar a una economía que se salve de una eventual recesión.

Y si eso sucede en Estados Unidos, que ya dio los primeros indicios de una desaceleración inflacionaria, más precavidos deben ser en México, donde la inflación general y la subyacente, siguen mostrando presiones al alza.

Además, siempre será un buen consejo seguir a la Fed para evitar que una reacción en los mercados pueda crear un problema donde no lo tenemos, como en la paridad cambiaria.

México no tendrá la misma velocidad de baja en la inflación porque el componente fiscal de las gasolinas hace que ese precio se garantice alto en el mercado de nuestro país, a diferencia de los Estados Unidos donde una baja en los precios del petróleo y de los referentes de las gasolinas de inmediato se refleja en los precios al consumidor.

La siguiente reunión de la Junta de Gobierno del Banco de México para tomar una decisión de política monetaria llegará después de un par de eventos relevantes. El primero, la decisión de política monetaria de la Fed y el segundo justo después de conocer la inflación de la primera quincena de septiembre.

Habitualmente septiembre es un mes de inflación alta, porque ahí quedan plasmados los incrementos del regreso a clases. Este año, con el regreso totalmente presencial y tras un par de años de incrementos contenidos en las colegiaturas y demás insumos para la educación, pueden venir aumentos importantes.

A pesar de que tanto en México como en Estados Unidos empezarán los entusiastas que quieran ver una moderación en los incrementos del costo del dinero, parece que los halcones estarán presentes un buen rato en la toma de decisiones.

Y no es para menos cuando estamos ante niveles inflacionarios que, por edad, no conocían la mayoría de los habitantes de nuestros países.

 

   @campossuarez