Hace unas semanas, Naciones Unidas advirtió de que la falta de exportaciones de trigo desde Ucrania podía impulsar una crisis alimentaria mundial. También se insinuó desde Estados Unidos que Rusia mantenía secuestradas toneladas de trigo en puertos ucranianos.
Posteriormente, Estados Unidos advirtió que Rusia buscaba compradores de ese trigo ucraniano robado entre una lista de 14 países, en su mayoría africanos. Y un tercer rumor apuntaba que Rusia había alcanzado un acuerdo con Ucrania y Turquía para exportar trigo desde el puerto de Odesa, si bien no hay confirmación oficial de dicho acuerdo.
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Lo que sí es cierto es que el conflicto bélico en Ucrania y las sanciones a Rusia han reducido las exportaciones de trigo desde la zona, que siempre se ha conocido como el granero de Europa. Esto ha impulsado los precios del trigo en los mercados internacionales y ha elevado la inversión en trigo como activo financiero.
El trigo es una materia prima que cotiza en los mercados y marca hoy un precio por encima de los 400 dólares cuando habitualmente no pasaba de los 200 dólares, tras marcar máximos recientemente en torno a los 450 dólares.
Lógicamente, esta fuerte subida de los precios del trigo aleja del mercado a países pobres, que se ven incapacitados de pagar estos precios en los mercados internacionales. Naciones Unidas ha estimado en un 30% la subida del trigo y advierte de que esos precios amenazan la supervivencia en varios países de África y Oriente Medio.
Conflicto bélico implica hambre para muchos países
Naciones Unidas remarcó que el 60% de la población mundial con insuficiencias alimentarias viven en áreas afectadas por conflictos. De hecho, en 2021, de los 140 millones de personas al límite de la pobreza alimentaria vivía en diez países: Afganistán, Congo, Etiopía, Haití, Nigeria, Pakistán, Sudán del Sur, Siria y Yemen.
No en vano, se estima que Ucrania proporcionaba alimento para 400 millones de personas en todo el mundo (36 países importaban el 50% del trigo ucraniano). Sin Ucrania, se genera una volatilidad en el mercado muy interesante para la inversión, pero muy preocupante para los países pobres.
Según la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) entre 2018 y 2021 el número de personas en riesgo de inseguridad alimentaria era de 139 millones. Y recuerda que entre Ucrania y Rusia exportan el 30% de los cereales y el 67% del aceite de girasol del mundo.
Pero como también exportan fertilizantes, el conflicto agrava la crisis. Los mayores precios ponen en peligro 400 millones de personas, un 40% de la población mundial en los últimos cinco meses, equivalente al número de personas que han salido de la pobreza en China en los últimos 20 años.
La cuestión es qué va a pasar las próximas semanas en Odesa, pues como advierten los expertos, si ese trigo que está embarcado y bloqueado en el puerto no sale a su destino, se va a echar a perder. Ucrania no puede venderlo porque el puerto de Odesa está bajo control ruso y los rusos no pueden venderlo porque no es suyo.
Las sanciones a Rusia impiden que se beneficie de un trigo robado, pero hay muchas personas en muchos países del mundo que dependen no solo de ese trigo, sino de que ese trigo salga y llegue a los precios acordados antes del conflicto bélico.
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Si ese trigo se pierde y no llega al mercado, solo ganarán los que invirtieran en el trigo apostando por una subida de precios que va a acentuarse. Es una buena inversión, pero la falta de trigo en el mercado eleva su precio y deja sin alimento a quienes lo necesitan para vivir.
¿Está la humanidad en peligro de hambruna por falta de trigo? No, pero una parte importante de ella sí, si esos barcos no salen del puerto de Odesa ya o lo hacen con el trigo en mal estado. Por eso suben los precios.
La inversión en trigo hoy supone apostar a que no lo hagan y el precio se mantenga al alza o a que sí lo hagan y el precio se desplome.
OH