Sin que podamos atrevernos a acuñarlo como regla, la excelencia suele ser hija de la necesidad y no de la opción.

Para muestra, nuestro futbol. Luego de 17 soporíferas jornadas en las que hasta el balón se fastidió del nivel de la Liga Mx, al fin observamos una serie de partidos intensos, emocionantes, dignos de cederles un par de horas de nuestras respectivas agendas.

Al torneo corto con el peor promedio de goles que se haya visto (332 tantos en 153 partidos: la paupérrima cosecha de 2.1 por cotejo), siguió un fin de semana de reclasificación en el que se marcaron catorce anotaciones en cuatro duelos (3.5 de promedio).

Aquí se confirma un paradigma demasiado obvio: la primordial razón para buscar algo es necesitarlo. ¿Qué necesidad existe en las 17 jornadas de la Liga Mx de buscar la portería rival? Casi ninguna, asumiendo que basta poco más que un empatito por jornada, acaso una racha de tres victorias, para aspirar a meterse a la liguilla y luchar por ser campeón.

El conformismo como bandera e incluso como estrategia, pues no hay demasiada obligación de aspirar a algo más en el certamen. Luego vendrá la Copa del Mundo y nos sorprenderemos de que nuestros futbolistas luzcan por enésima vez incapaces de ser consistentes. ¿Cómo fue que en Rusia 2018 dimos el juegazo ante Alemania y luego caimos en picada hasta ser goleados por Suecia? La realidad es que hemos criado una casta de futbolistas mediocres, a los que con hechos educamos a que no es imprescindible la regularidad, sólo para restregarles después que no logran mantener un alto desempeño por varios partidos.

Ya se sabe que en México no es campeón el regular sino el oportuno. Ya se sabe que en México más vale jugar muy bien a la hora buena que jugar bien siempre. Y, vista la tamaña diferencia entre liga y liguilla, ya se sabe que nuestros equipos pueden jugar mucho mejor… sólo es cuestión de que no les quede de otra, de que se vean orillados a ello.

Preocupados por juntar los pesitos de hoy, nuestros dirigentes han dejado de pensar en los millones del mañana. Peligroso resultado, cada vez menos niños mexicanos observan futbol de su propio país. Ante la pregunta del equipo de su predilección, años atrás solían responder que Chivas, América, Monterrey, León, Cruz Azul, Tigres. Cada vez son más quienes contestan que Real Madrid, Chelsea, Barcelona, Juventus, City. Por supuesto que influye la enorme facilidad actual para observar partidos de cualquier confín del planeta. También es factor que nunca se compara un duelo de Liga Mx con un Granada-Getafe, Empoli-Bolonia o Burnley-Brentford, sino con los choques entre los gigantes. Sin embargo, nadie niega que nos hemos rezagado dramáticamente.

Si en los primeros dosmiles la diferencia era abismal entre las grandes ligas europeas y la mexicana, hoy lo es todavía mayor.

Para dimensionar la crisis, añadamos que aquí la excelencia sólo es opcional y mínimamente ocasional, al tiempo que allá, donde un tropezón echa a perder el año entero, no concede tregua.

 

Twitter/albertolati

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