¿Podemos vivir sin un buen Gobierno, sin un nuevo aeropuerto, sin servicios públicos de calidad, sin transporte público eficiente, sin una relación inteligente con Estados Unidos, con una economía pendiente de un hilo, etcétera? 

¿Podemos vivir sin libertad y sin ley?

Si y no… respectivamente.

Esta es la paradoja de México. Estamos distraídos con tantos temas que, si bien son relevantes, no vemos cómo día a día el actual régimen intenta arrebatarnos la libertad y mostrarnos que para ellos lo importante es la justicia, su justicia. ¡Al diablo con las leyes y las instituciones!

Cuando AMLO juró como Presidente de todos los mexicanos, lo hizo sobre la Constitución, para defender nuestra libertad y las leyes que de ella emanan. Nos engañó.

Cada mañana, el Presidente señala y juzga a periodistas y medios no alineados a su Gobierno, a los jueces independientes, a empresarios, a la clase media que lucha por superarse, a las instituciones garantes de nuestra democracia y nuestras libertades, a los intelectuales que disienten del régimen. Ahora es el turno de los científicos e investigadores y a las universidades públicas orgullo de México como la UNAM. Todos perdemos.

Cuando desde el Gobierno se nos dicta una Cartilla Moral como preludio -cito textual- a una Constitución Moral, que nos dirá cómo debemos pensar y cómo debemos eliminar nuestras aspiraciones personales en beneficio de las necesidades colectivas. ¡Cuidado! Es una invasión absoluta a nuestra libertad personal y espiritual. La moral es una de las fuentes del derecho y de la ley, pero al ser subjetiva no puede sustituirlas. No podemos permitirlo. Todos perdemos.

Cuando una y otra vez, el presidente López Obrador señala que lo importante es la justicia y no la ley, pervierte a la justicia y la convierte en un elemento justiciero, sujeto a la voluntad y arbitrio de quién decide qué es justo y qué no. Al margen de la ley. Todos perdemos.

Cuando por ignorancia o rencor -o ambas- se pretende reescribir la historia de México y mostrarnos como el hijo bastardo de una violación histórica. Exigiendo un perdón absurdo y desconociendo nuestro verdadero origen como nación. Lo cierto es que México surgió de una fusión, sin duda dolorosa, de dos culturas milenarias. Querer fincar un nacionalismo sobre la base de una mentira, es muy peligroso. Todos perdemos.

Cuando se pretende arrinconar a los jueces que a partir de la ley imparten la justicia por que no están dispuestos a alinearse a la voluntad justiciera del régimen, lo que está en riesgo es el Estado de derecho, sin el cual regresamos al estado tribal o damos paso al totalitarismo. Extremadamente grave. Todos perdemos.

Ahora los enemigos en turno son la cultura y el conocimiento; científicos e investigadores, la UNAM o cualquier institución que promueva el conocimiento, la cultura y la libertad. Los científicos y las instituciones educativas deben ser tuteladas, promovidas y protegidas por el Estado. No podemos sacrificar estos activos de la nación. Todos perdemos.

La libertad y la ley son las condiciones de una sociedad justa y equitativa. Cuando las sociedades han permitido que los gobiernos se apropien de ellas, se han dado los episodios más trágicos de la historia del hombre. Todos perdimos.

Nosotros, los ciudadanos, decidimos si queremos ganar todos o perder todos.

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@Pancho_Graue