El Kiosco Morisco, reconocido por sus rasgos islámicos, es una joya arquitectónica en la ciudad, y no sólo los vecinos acuden a la Alameda de Santa María la Ribera -donde se ubica el monumento- para convivir con su familia, sino que su fama atrae también a turistas locales y extranjeros.

Construido principalmente de acero para la Exposición Universal de 1884 en Nueva Orleans, Estados Unidos, primero llegó a la Alameda Central de la Ciudad de México, para finalmente ser llevado a la Alameda de Santa María la Ribera en 1910, en el cruce de las calles de Dr. Atl y Salvador Díaz Mirón, donde permanece desde entonces.

Se ha reparado en varias ocasiones por diferentes administraciones; se han cambiado los vitrales por cristal común y el adoquín rosa por cuadros de cemento, que le restaron colorido. También se colocaron barandillas.

El parque que aloja la obra del ingeniero José Ramón Ibarrola es ideal para ejercitarse, tomarse fotos y pasear a las mascotas; sin embargo, vecinos destacan que al lugar le hacen falta áreas recreativas para niños.

También indicaron que un problema del área son las heces fecales, pues algunas personas que llevan de paseo a sus mascotas no recogen los desechos, situación que termina por contaminar los andadores.

Elizabeth Romero Tavera, vecina de la zona, comentó que el kiosco necesita mantenimiento, dado que las tablas del piso en ocasiones se llegan a salir y en algunos puntos se observan orificios, además en algunos pilares se observan cuarteaduras.

“Al kiosco sí le hace falta mantenimiento, porque las tablas de repente se zafan, hay hoyos en el piso; también hay muchos ratones”, comentó.

Destacó que “el parque es utilizado para traer a pasear mascotas, debe haber espacio para ellas, pero como no hay, aquí se concentra todo y hasta cierto punto es un peligro, porque los niños vienen a jugar, y de repente traen perros de razas un tanto agresivas, y pues se corre el riesgo de que puedan atacar”, dijo.

LEG