A lo largo de la historia, la sexualidad ha pasado de ser meramente un conjunto de prácticas a definir la identidad del individuo estándar, siendo el siglo XIX la época donde la medicina, el capitalismo y el poder, posicionaron a la heterosexualidad, la monogamia y la familia tradicional como las únicas vertientes válidas, todo esto para limitar la diversidad y favorecer la reproducción humana, de acuerdo con la antropóloga Tania Ramírez del Instituto Nacional de Antropología e Historia Morelos (INAH).

“Lo que no era heterosexual tenía que ser regulado como enfermedad, asegurando que la reproducción estuviese a salvo, y con ello la familia nuclear, la monogamia y el amor romántico, favoreciendo al sistema capitalista”, resaltó la experta en conferencia por la conmemoración del Día Internacional del Orgullo de la Diversidad Sexual, agregando que más adelante, en la década de los setenta, comenzaron las protestas a favor de personas con otras preferencias a partir de una redada en el Stonewall de Nueva York acontecida en 1969, ya que se les negaba el derecho a trabajar o a permanecer en espacios como los bares.

“No sólo era gente discriminada por tener otras prácticas o identidades sexuales, sino también porque sus cuerpos no correspondían a la performatividad del género, por ser catalogados como hombres afeminados o mujeres masculinas”, comentó la especialista, añadiendo que el color de la piel también entró en este tipo de marginación, excluyendo a cualquiera fuera del modelo blanco.

Sin embargo, los antropólogos dieron marcha a las investigaciones en torno a la sexualidad a partir de los años treinta, una de ellas fue Margaret Mead, quien escribió sobre las prácticas sexuales en las islas de Australia en comparación con las de su contexto, las cuales eran menos reguladas e inclusive provocaron que la gente fuera más relajada, feliz y con menos problemas psicológicos.

Asimismo, la experta resaltó que en la década de los ochenta tuvo apogeo el cuestionamiento sobre lo que se consideraba una práctica sexual, ya que antropólogos como Gilbert Herdt, descubrieron que en ciertas tribus se practicaban denotando ritos de iniciación sin contemplar el erotismo: “es como el tema de los besos, no en todas las civilizaciones se utilizaban para representar amor o vínculos afectivos”.

Finalmente, Tania Ramírez mencionó que en ojos de antropólogos, la diversidad podría estar funcionando actualmente como una disidencia frente a un mundo en el que sólo es aceptable y privilegiada la heterosexualidad, cuando los hechos pasados aseguran que la pluralidad de orientaciones sexuales es un rasgo común entre las civilizaciones.

 

PL