“A mi mamá se la llevaron y no la volví a ver. Le pegaron mientras veníamos para México, la subieron a un carro y se la llevaron”, expresó José, un niño de 12 años migrante de Honduras.

El menor, que se gana la vida junto a su primo Ricardo de 16 años lavando los parabrisas de automóviles en el Estado de México, dijo que llevan más de un año varados en suelo mexicano, sin embargo, tienen miedo de continuar su camino, pues temen que les pase lo mismo que a su madre.

Detalló que al llegar al país por la frontera Sur, tuvieron ayuda de la Guardia Nacional y más tarde fueron abandonados.

“Tenemos hambre y mucho frío, dormimos en unos edificios abandonados. Estamos trabajando para juntar dinero y poder llegar a Estados Unidos para poder estudiar”, resaltó.

Con la ilusión de tener un futuro mejor y pronto llegar a la frontera Norte para cruzar a EU y reencontrarse con su padre Ulises, quien según sus testimonios lleva cuatro años viviendo en Laredo, Texas, los niños laboran desde las siete de la mañana en distintos cruces de Ecatepec.

LEG