El mundo se mantiene expectante del futuro de personajes que emergen como símbolos de la oposición gubernamental, portavoces y representantes de las libertades, incluso víctimas por el ejercicio de sus derechos. Son perseguidos, encarcelados, envenenados… pero también criticados.

En todas las regiones hay figuras visibles. Por ejemplo, la llama que se apaga en Venezuela bajo la sombra de Juan Guaidó, o la joven activista climática Greta Thunberg, sueca.

Hoy en día arde más el fuego en torno al rapero español Pablo Hasél (Pablo Rivadulla Duró), arrestado por los Mossos d’Escuadra catalanes y condenado a prisión por glorificar el terrorismo e insultar a la monarquía, hecho que ha motivado revueltas durante una semana en la región.

También ha merecido la condena internacional el encarcelamiento (tras librar el envenenamiento) del ruso Alexéi Navalni -eterno enemigo de Vladimir Putin-, por difamación.

Pero los halagos, deslumbrantes, apenas dejan ver las críticas que han arrastrado los mismo personajes, solo que empequeñecidas por la fama de iconos libertarios.

“El caso de Hasél se presta a distintas confusiones. La condena es más por sus tuits que por sus canciones, y la pena de cárcel no se debe a sus palabras. Tiene otras condenas -por resistencia a la autoridad, por allanamiento de un local y por amenazar a un testigo- (…) va a prisión por esos delitos y por los antecedentes y condenas anteriores”, aclara en una editorial del New York Times el escritor español Daniel Gascón.

Subraya que no es un caso sencillo de defensa de la libertad de expresión: “Cuando hablamos de la libertad de palabra, nos gustaría pensar que defendemos a Miguel Servet, Giordano Bruno o Voltaire. Pero la tarea es menos glamorosa: a menudo se trata de defender que gente profundamente desagradable pueda decir idioteces”, sostiene el autor de El golpe posmoderno.

En el caso de Navalni, el investigador Nicolás de Pedro, del Centro de Asuntos Internacionales de Barcelona, señala en su artículo “Putin, icono de los populismos euroatlánticos” que el Kremlin ruso cuenta con una estructura y aparato de propaganda que hacen ver al opositor “que aspira a liderar la resistencia de la gente pura frente a la élite corrupta” como un “liberal al servicio de intereses extranjeros”.

Pero advierte que el político también “coquetea en su discurso con el rechazo a la inmigración del Cáucaso y Asia Central y ha flirteado en ocasiones con el nacionalismo xenófobo.

Alexei Navalni

Ha participado en eventos ultranacionalistas, lo que preocupa al sector liberal ruso. Nacionalistas también desconfían de sus vínculos con EU.

A pesar de su red anticorrupción, existen dudas sobre su capacidad para movilizar un apoyo significativo más allá de Moscú y otras ciudades.

Pablo Hasél

Hostil, condenado a prisión por enaltecer el terrorismo e injuriar a la Corona y a instituciones estatales por sus letras y mensajes en redes sociales

En 2011, un tribunal consideró que la libertad de expresión no amparaba el discurso del odio y lo condenó por letras como “no me da pena tu tiro en la nuca”

LEG