El continente africano, históricamente vulnerable por sus condiciones de desarrollo económico y castigado social y políticamente por la más cercana influencia europea, es también la región que hoy en día padece el recrudecimiento de la pandemia por SARS-CoV-2 -especialmente porque fue en Sudáfrica donde se originó una variante de dicho virus que lo hace, al menos, más contagioso-, así como dos brotes de Ébola, un mal que ha aquejado por décadas al bloque.

Enredados los 55 estados miembros de la Unión Africana entre el combate contra ambas enfermedades, el terrorismo doméstico y la pobreza, afrontaron también el reto de rechazar la vacuna contra el Covid-19 desarrollada por AstraZeneca por considerar que no protegía de forma eficaz contra la variante endémica, ni en lo general contra el virus a los adultos mayores.

El llamado Continente Negro ha registrado 68 mil muertes y 2.7 contagios por coronavirus, en tanto que la Organización Mundial de la Salud (OMS) actualizó ayer el progreso de los dos brotes de ébola identificados en la República Democrática del Congo y en Guinea, respectivamente.

En Guinea, país donde inició la gran epidemia del 2014, el ministerio de Salud anunció el fin de semana la aparición de siete casos, tres mortales, derivados del funeral de una enfermera a comienzos de febrero.

“Unas 115 personas que tuvieron contacto con los casos han sido identificados”, informó Margaret Harris, la portavoz de la ONU.

En Kivu del Norte, al este de la República Democrática del Congo, se han confirmado cuatro casos, dos de ellos fatales, y unos 300 contactos han sido rastreados.

Sobre las vacunas contra el coronavirus, Sudáfrica ofreció a la Unión Africana el millón de vacunas que tiene del laboratorio AstraZeneca, tras postergar su campaña de inmunización con el fármaco, debido a que está en duda su eficacia contra la variante local.

Males acumulados

11, 000 muertes dejó el brote más grave de Ébola en África, fue en 2014

68, 822 decesos por Covid-19 ha dejado la pandemia durante el último año

Infografía: Xavier Rodríguez

El enemigo, también por aire

Al alba, el helicóptero sobrevuela las llanuras del centro de Kenia para cazar langostas del desierto. Debe actuar rápido, antes de que el sol caliente sus cuerpos y los insectos devoren las tierras de cultivo.

Kieran Allen, piloto de helicóptero para el turismo, la extinción de incendios o el rescate de senderistas se reconvirtió en centinela de la lucha contra las oleadas de langostas del desierto que vienen de Somalia y Etiopía y azotan Kenia desde hace casi 18 meses.

Solo en enero recorrió 25 mil kilómetros, sobrevolando las llanuras salpicadas de cebras, las granjas de maíz, los valles forestales y las tierras áridas del norte.

Esta mañana le comunicaron por radio un repentino cambio de dirección: debe ir al monte Kenia, donde una comunidad ha visto un enjambre de langostas.

“Veo algo rosa en los árboles”, confirma el piloto al llegar a la zona. Las langostas cubren unas 30 hectáreas en un pinar. El color rosa oscuro indica que los insectos están en la fase de crecimiento, cuando tienen más hambre.

África del oeste enfrenta nuevamente epidemia de la fiebre hemorrágica del Ébola

LEG