Qué manejo desastroso de la pandemia, ¿verdad?” “López-Gatell heredó un sistema de salud destruido.” “¿Te parece? Con el sida y la influenza lo hicimos mejor, y además no había esta escasez de antirretrovirales, de medicamentos oncológicos, de vacunas contra el sarampión, etcétera.” “Güey: es obvio que no podemos estar peor”.

La economía está hecha pedazos”. “Es un nuevo enfoque: se apuesta por los pobres. No hay que seguir usando los mismos criterios de medición.”  “Es que vamos a terminar el sexenio con 10 millones más de pobres.” “Es por la pandemia.” “Pero es que el desastre es anterior a la pandemia.” “Güey: Es obvio que no podemos estar peor.”

La violencia está desatada en el país.” “¿Qué me dices de los sexenios de Calderón y Peña? Había que cambiar de estrategia.” “Es que los números han empeorado.” “Güey: Es obvio que no podemos estar peor”.

Pemex va a llevar al país a la bancarrota.” “El Presidente le apuesta a la soberanía energética.” “Pero es que nunca habíamos tenido pérdidas así, ni desabasto de gasolina. Para no hablar de las pérdidas récord y los apagones de la CFE.” “Güey: es obvio que no podemos estar peor”.

¿Les suena? No entre los radicales o los cínicos, por supuesto, porque esos lo justifican o lo entierran todo en falacias abiertas, pero sin duda entre los entusiastas de primera hora que ya no lo son tanto, porque la realidad se impone, eso: Lo de “es obvio que no podemos estar peor que antes”, se ha convertido en una especie de mantra. ¿Para qué sirve? Supongo que un poco para justificar tus decisiones, más ante ti incluso que ante los demás, y otro poco para convencerte de que el desastre no lo es tanto; de que hay esperanzas, o algo así.

El punto es que, de nuevo, se asoma por ahí una figura a la que nuestro Presidente se refiere con, diría un clásico, sospechosa naturalidad: La de Mussolini. Al Duce se atribuye la idea de que para instaurar un régimen firmemente autoritario, sin fisuras; un régimen centrado por completo en una figura providencial, un líder carismático, un caudillo; un régimen  sin margen para la oposición o la disidencia, pues, no hay que dar bandazos, golpes en la mesa, golpes de timón. No. Nada de cambios drásticos; nada de precipitarse. Hay que proceder gradualmente, un cambio a la vez, de a poquitos, así como, diría don Benito, se despluma a un pollo: pluma por pluma, sin que se dé cuenta.

Se me ocurre que Mussolini hubiera estado feliz en estas tierras. Estamos rodeados de pollos que se despluman solos.

 

                                                                                                               @juliopatan09