Foto: Cuartoscuro / archivo La mujer relata que fue cuestión de minutos para que le notificaran que su familiar había muerto por un paro cardíaco, antecedido por un paro respiratorio causado por la enfermedad  

En el Hospital General de Zona número 197 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), ubicado en el municipio de Texcoco, aún hay disponibilidad de camas, según el personal de seguridad, pero la atención se complica por la gravedad de los pacientes.

Al área de Urgencias Covid, llegó -en una camioneta particular- un hombre con dificultades para caminar. Personal de la salud lo recibe, pero éste necesita la ayuda de dos hombres para subirse en la camilla.

Ante los sollozos ajenos, las demás personas callan y observan la escena, dejan de distraerse con el celular, con el tejido y guardan silencio, se quedan quietos antes de cruzar alguna palabra.

No pasa ni una hora para que un trabajador del hospital avise a los familiares que el hombre ha fallecido.

El señor ‘José’ lleva cinco días visitando el lugar, pues su mamá está internada por malestares estomacales, ya no tiene “mucha esperanza”, pues la mujer es de edad muy avanzada.

En ese tiempo, expresó, ha visto unos 15 ingresos y decesos, porque, relata, llegan muy graves.

“Somos muy tontos porque los traemos al hospital hasta que ya están muy graves”.

A lo lejos, se escucha una sirena cada vez más fuerte. El señor pronostica que es un ingreso por Covid-19. Tiene razón.

Es una unidad especializada Covid-19 de Acolman, de la cual bajan a una persona encapsulada. Los familiares de pacientes con enfermedades no asociadas al virus SARS-CoV-2 deben respetar una línea roja pintada en el piso ubicada a unos siete metros del área de descenso. Miran y guardan silencio. Es otro ingreso

Geraldine y otros dos familiares ya no esperan a nadie, su hermano falleció ayer por Covid-19. Con el dolor de la pérdida, tuvieron que regresar al hospital por errores en el acta de defunción.

La mujer relata que fue cuestión de minutos para que le notificaran que su familiar había muerto por un paro cardíaco, antecedido por un paro respiratorio causado por la enfermedad.

Apenas el martes, hasta aproximadamente a las 16:00 horas, su hermano de 51 años, quien estaba en tratamiento en casa, todavía bromeó. Minutos después, le faltaba la respiración.

Ella llamó al número de emergencia que, a su vez, la comunicaron a su ayuntamiento, Chicoloapan para que le dijeran que no había ambulancias para trasladar a pacientes con Covid-19, que le hicieran como pudieran, contó a este diario.

En el DIF de la localidad le informaron que se tendría que desplazar a Texcoco para que lo atendieran.

Optaron por el transporte particular, con el temor de que su hermano muriera en el camino.

Los alrededores del hospital del IMSS se han convertido en la sala de espera de los familiares, quienes quedan atentos de cualquier información.

Una señora de la tercera edad aguarda por algún dato sobre su hijo, quien ingreso por insuficiencia renal, no lo quiere dejar solo a pesar de que sabe que hoy no saldrá.

Ella tiene todos los cuidados que puede, va bien abrigada con chamarra, gorro y guantes, usa cubrebocas y careta. Prevé el descenso de temperatura con una cobija, también lleva consigo una silla de plástico para la espera. Dice que trata de cuidarse para no contagiarse y después contagiar. Está a la espera de su esposo, quien llegará con la camioneta para pasar la noche.

Y mientras ese escenario se observa en las puertas del hospital, a unas calles, la población sigue con sus actividades normales, con negocios no esenciales abiertos, donde se apresuran para comprar ante el cierre de negocios programado a las 17:00 horas.

LEG