Pues sí: para festejar los 75 años de la ONU, nuestro Presidente pensó que era una buena idea mencionar por enésima vez a Mussolini, por aquello de que le pusieron Benito en honor a Juárez, y al hacerlo cometió tres faltas de respeto, por decir lo menos, muy sonadas.

La primera, por supuesto, contra la ONU misma, que nació por una iniciativa de los aliados justamente para enfrentar el espíritu imperialista, violento, cruel, del fascismo, a fines del año 45, cuando la Guerra Mundial se acercaba a su fin. Mussolini, por si alguien lo ha olvidado, tuvo entre sus logros el de hacer asesinar a políticos rivales, el de mandar grupos de choque a reventar las elecciones, el de disolver los partidos, el de usar armas químicas en Etiopía y el de aliarse con Hitler, es decir, el de meter a Italia a la Guerra Mundial e imponer una serie de leyes racistas contra los judíos a mayor gloria de su socio bélico.

La segunda falta fue contra Juárez, a fin de cuentas un demócrata al que no creo que le hubiera gustado mucho que su nombre terminara vinculado con el del creador de los Camisas Negras. “No me defiendas, compadre…”

Las redes reaccionaron con gracia, haciendo referencia a Benito Bodoque, el personaje de Don Gato, y hasta con gracia vulgar: mi amigo Alejandro Rosas, sin temor a Dios, dijo que “Juárez era tan importante que a Camelo le pusieron Benito en honor a él”. La verdad, sin embargo, es que lo de el otro día es para preocuparse. Sabemos de la habilidad de López Obrador para disparar provocaciones, ofensas, descalificaciones, acusaciones, a menudo de una gran estridencia, y así distraer la atención hacia sí mismo, primero, y enseguida lejos de los asuntos importantes del país, asuntos que, la verdad, van de mal a muy mal. Pero esto es otra cosa. Frente a los líderes del mundo, en el festejo –insisto– de una institución que nació en gran medida del espíritu antifascista, sin necesidad alguna, es decir, sin obtener el beneficio de la cortina de humo, del distractor, tuvo una salida de tono –el término es particularmente adecuado esta vez– histórica.

Decía que el Presidente incurrió en tres faltas de respeto. La tercera es contra la historia, porque, desde luego, lo del Duce y el Benemérito que tanto repite él es una falsedad como una catedral, más o menos del tamaño de la del concurso en que nuestro himno terminó en segundo lugar, solo superado por la Marsellesa.

Como que lo de que “Esto ya cambió” de pronto ya no suena tan padre, ¿verdad?

 

                                                                                                                                                @juliopatan09