Juan Manuel Torres Esquivel

El mundo está atravesando momentos críticos, en medio de la pandemia del COVID-19, mucho se ha hablado del liderazgo que las mujeres han demostrado frente a la pandemia. Siendo ellas las que han tomado las decisiones más importantes e inteligentes en sus gobiernos. No obstante, uno de los liderazgos que tenemos más desdibujados en la actualidad es el de los jóvenes. No es únicamente un liderazgo perdido en los temas de salud, sino que en gran medida los espacios políticos en los gobiernos siguen en manos de los políticos de siempre.

En Estados Unidos, la pelea por la Casa Blanca se está disputando entre el actual Presidente de 74 años, su vicepresidente Mike Pence de 61 años y su contrincante Joe Biden de 77 años y su candidata de fórmula Kamala Harris de 55 años. De acuerdo con un estudio del Chicago Tribune la edad promedio de los posibles candidatos al Congreso podría rondar en los pasados 50 años. Son pocos los rostros jóvenes en la política institucional. Personajes como Alexandria Ocasio-Cortez son una bocanada de aire fresco para la política sin embargo son poco comunes. El activismo digital y las calles en gran medida está soportado por los jóvenes, movimientos como Black Life Matters no hubieran tenido tanto éxito sin su participación. Sin embargo, no los vemos tomando un rol en la política nacional.

En México estamos viendo un fenómeno muy similar, el Presidente Andrés Manuel López Obrador tiene 66 años, mientras que la edad promedio de su gabinete es de 60 años. Los liderazgos de los principales partidos políticos están copados por políticos de la vieja guardia dejando pocos espacios relevantes para los jóvenes que están buscando incursionar en la política partidista. Incluso hoy el partido en el poder está disputándose el control de su dirigencia y todo parece indicar que la mancuerna conformada por Gibrán Ramírez y Antonio Attolini no tendrá el voto que requiere para lograr tomar el mando del partido. La dirigencia parece tener como sus favoritos a una dupla conformada, sí por una joven senadora de 30 años, Citlali Hernández pero en un segundo lugar, Porifirio Muñoz Ledo de 87 años se encuentra al frente de esa candidatura.

Como en el caso de los Estados Unidos, los jóvenes mexicanos se encuentran liderando los movimientos sociales y son fuertes activistas. Las jóvenes de este país han dado una muestra de enorme valentía como lo vimos el pasado 9 de marzo y en la toma de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Así como liderando las principales protestas en las calles de nuestro país. Los activistas digitales del Presidente Andrés Manuel López Obrador son en gran medida jóvenes que creen en su liderazgo político, sin embargo este liderazgo cada día se encuentra más lejos de las estructuras partidistas de la política mexicana. Parece que los jóvenes están cada día más decepcionados de los partidos políticos o no están viendo en estas instituciones los canales adecuados para que sus planteamientos sean escuchados.

En México, tenemos pocos candidatos que han logrado mover la escena política nacional como lo está haciendo Alexandria Ocasio-Cortez en EEUU. Algunos políticos mexicanos como Pedro Kumamoto, se alejaron de la vida partidista pero encontraron poco respaldo ciudadano en la frágil figura de la candidatura independiente de nuestro país, otras jóvenes promesas como la actual Secretaria del Trabajo han sido absorbidas por la estructura partidista y han perdido el reflector, otros como el senador Samuel García se han olvidado de la agenda jóven para perderse en el reflector y la popularidad que le ganan algunos likes en su cuenta de Instagram; misma que ya lo ha metido en diversos problemas en redes sociales. Es necesario que los jóvenes se abran paso en la vida partidista ya que a pesar de todo, es hasta el momento la única vía para lograr un verdadero cambio en el país.

Es posible que tras leer esta columna, muchos jóvenes que estén haciendo carrera partidista se pronuncien y pueda criticarme por estas líneas. No obstante, es cierto que el ruido que están haciendo al interior de su partido aún no es tan fuerte como el que los jóvenes están haciendo allá afuera en las calles. Ojalá México, vea en breve una nueva clase política resurgir pues nos urgen nuevos cuadros, nuevas ideas y sin lugar a dudas jóvenes que logren transformar las viejas prácticas de esta vieja clase política que aún nos representa.

LEG