Difícilmente hay amigos de toda la vida, y más difícil aún es -a veces imposible- que ese amigo pueda sostenerse en puestos clave de la Presidencia de la república sin que el tiempo, los partidos o los presidentes adviertan menoscabo alguno en sus tareas.

De ese talante era Octavio Contreras Torres, un hombre que siempre fue amigo, y que ha dejado de existir, dejando un vacío en todos quienes lo conocíamos lo queríamos y admirábamos. Siempre trabajador, con una visión de su responsabilidad que le hizo permanecer en el área de logística de la Presidencia de la república desde el sexenio de José López Portillo hasta el de Enrique Peña Nieto, por su capacidad y lucidez.

Siempre atento, nada le era ajeno, menos lo aparentemente sin valor. Estaba atento con todos sus sentidos. Era un faro de protección y vigilancia en todo momento.

Tomó la decisión de jubilarse luego de haber trabajado directamente para siete presidentes de la República. Cuando llegué al entonces DF en 1976, como parte del equipo de Giras Presidenciales y Eventos Especiales, que yo encabezaba, lo llamé, éramos amigos desde Tuxpan, Veracruz. Ágil de mente y mortal para poner apodos. Siempre de buen humor que lo hacía ver jovial aún al entrar a la madurez.

El operador de la logística que siempre fue joven y que con la eficiencia de su trabajo llamaba la atención de quienes ahí laboraban, a pesar de los sexenios, a pesar de los problemas del país y de los cambios de partido en la Presidencia.

Cuando salí del cargo en Presidencia, encomendado para dedicarme a actividades personales, él se quedó en su cargo, y cada presidente que llegaba, lejos de evaluar su trabajo, le daba la bienvenida a su equipo. Un ser singular que irradiaba confianza y afecto.

Un hábil operador, cuyo talento le dio la vuelta al mundo con la responsabilidad de la vida e integridad de los presidentes del país. Conocía el mundo y lo que hay detrás con gran suspicacia, con inteligencia y sabiduría. Porque para esas tareas no sólo es necesario el conocimiento sino ser un hombre sabio y él lo era.

Nos seguimos viendo, cada quien en su trabajo, cada quien sus tareas, con mucho afecto platicábamos como en una especie de asesoría mutua donde cada uno reconocía, más que otro sentimiento, la profunda amistad y el respeto. Recordábamos y planeábamos como es propio de los grandes amigos.

Quienes lo conocimos sentimos, sin duda alguna, su ausencia. Nos abrazamos en un momento de gran sentimiento por un hombre que seguirá con nosotros en cada recuerdo. No porque no esté aquí creamos que se fue, simplemente no lo vemos.

Cada vez que veamos hacia donde él estaba veremos su sonrisa, sus bromas, su sarcasmo, su inocencia. Porque aunque se haya ido estará presente en cada plática inconclusa que dejamos porque el tiempo nos llamaba a otras responsabilidades y, a veces, cumplir con la muerte es también una responsabilidad humana, muy humana. Hasta todos los días hermano. Gracias.

PEGA y CORRE. – Hace falta que la información tenga uniformidad para creer. Pero quienes ahora dan noticias carecen de credibilidad, tanto de un lado como de otro. Porque si en algo se demuestra la división es en dar a conocer la realidad de México. Aquí dos ejemplos: Algunos dicen que se vendieron todos los cachitos de Lotería del avión Presidencial, otros que faltaron pocos, otros más que muchos se quedaron sin vender. Lo mismo sucede con las firmas que piden que los expresidentes sean juzgados. Algunos dicen que rebasaron los 2 millones de firmas, otros que no llegaron ni a millón y medio, y otros que faltaron muchas más. ¿A quién creerle?.. Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.

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