@guerrerochipres

 

La exposición pública alcanzada por el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, y su contraste con la popularidad de López Obrador —así como la deliberación antagónica de ciertos medios y actores políticos contra escogidas verbalizaciones y acciones presidenciales—, son dos de las causas por las que el imaginario colectivo tiene al epidemiólogo como su segunda más apreciable figura al momento.

 

Clasemedieros escépticos lo ven con aspecto presidencial.

 

Al mismo tiempo, no aparece ningún vocero popularizable, dentro de las filas de los adversarios de Morena, que pudiera desafiar, desde fuera de la 4T, la capacidad de establecimiento de la agenda.

 

Conforme la crisis internacional del Covid-19 avanza en México, López-Gatell y los voceros que lo acompañan se hacen indispensable referencia. Con ello, se subrayan las diferencias entre su personalidad y la del jefe del Ejecutivo.

 

La corrección sutil que le hizo a AMLO tras un pronóstico errado sobre el final de la cuarentena es un ejemplo.

 

López Obrador busca, por supuesto, cumplir con su proyecto nacional ante el iceberg que la pandemia implicará para los propósitos de la navegación del mismo en un mar económica y políticamente tempestuoso. López-Gatell cumple puntualmente con la información y las correcciones y no pocas evasiones elegantes y educadas…diferentes de las formas de responder del Presidente de la República.

 

Uno, siente la necesidad de declarar su posicionamiento respecto de los otros que, asume, lo critican porque son sus adversarios; el otro, lo hace didácticamente sin confrontación alguna y tiene la ventaja de no tener que tomar determinaciones ante la audiencia.

 

El contraste revela complementariedad e integración de la misma agenda.

 

Ningún vocero mejor para el contraste respecto de AMLO y ninguno mejor para revelar las probabilidades de la misma administración, de política pública y de gestión de comunicación.

 

De López Obrador está la capacidad de establecimiento de agenda en condiciones en que la polarización es asumida como parte de la construcción de cierto entendimiento de la política y, de López-Gatell, es agradecible la fortuna de tener la formación académica para ser eficientemente colaborativo, afable y más cercano al estilo de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, o al del titular de la Cancillería, Marcelo Ebrard.

 

Y todos vinculados a causas sociales y del mismo equipo.

 

En la convergencia de desafíos que se están generando -salud, económica y seguridad- será indispensable acudir a la integración de lo mejor de cada uno de esos estilos.

 

Se requieren visiones y maneras cercanos a todos los segmentos sociales y los estilos aledaños a los de López Obrador y López-Gatell serán útiles al país como lo son la precisión programática, el seguimiento robusto de políticas públicas y formas de comunicar que reconozcan la pertinencia de los cuestionamientos, incluidos los más absurdos y los más antipáticos.