@osdtagle

La contingencia sanitaria pondrá en evidencia nuestra capacidad como sociedad para actuar en conjunto y con responsabilidad, nuestra madurez cívica está bajo evaluación, y el resultado será expresado en la protección de la vida de los miembros de nuestra familia.


Si bien es cierto que el Gobierno, en sus tres niveles, debe ser el impulsor y garante de la contención de este nuevo virus, y que hasta el momento pareciera que su reacción no satisface a la mayoría de los ciudadanos; también es real que la primer barrera de contención somos las personas.


Nadie puede dudar que lo primero que se debe salvaguardar es la salud y la integridad física, sin embargo, existen otros contagios de los que todos debemos preocuparnos, y que esos sí, están totalmente en las manos de los gobernantes, los contagios a los comercios, a la economía y en general a la planta productiva.


El turismo, las aerolíneas, los pequeños comercios y los trabajadores informales requieren de manera urgente un plan que permita su continuidad después de la crisis de sanidad, o al menos, su permanencia.
Las líneas aéreas tendrán que sortear la caída en vuelos por el cierre de aeropuertos, -como ejemplo está la decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump de cancelar vuelos desde Europa-, así como la drástica disminución de viajeros; ante ello, sería inaplazable que el Gobierno mexicano emprenda medidas para brindar su apoyo a las empresas mexicanas cuya supervivencia podría estar en riesgo, junto con el puesto laboral de miles de trabajadores del sector.


Todo el sector turístico, que para México representa uno de los motores económicos que mayor cantidad de divisas atrae, tendrá que prepararse para el embate por la caída de visitantes extranjeros, y en su caso, de nacionales, -que hasta el momento no han frenado su afluencia-, y para ello, también será indispensable la intervención del Estado, a fin de que se les brinden facilidades fiscales o de crédito.


Otro de los frentes que el Gobierno del presidente López Obrador deberá atajar es el de la informalidad, pues de acuerdo a los datos del INEGI, 56% de la población económicamente activa es informal, por lo que la disminución de personas en la calle, un posible cierre de centros urbanos – como ha sucedido en España o Italia- , se traducirá en que estos trabajadores no tendrán ningún ingreso.


En otros países ya se anunciaron medidas inmediatas para apoyar a este sector de la población; Estados Unidos, anunció estímulos del orden de los 850 mil millones de dólares e incluso el envío de cheques de manera directa; por su parte, Italia suspendió el pago de hipotecas; España suspendió por seis meses el pago de impuestos a pequeñas y medianas empresas y trabajadores independientes, otro ejemplo, es el que adoptó Alemania, al anunciar un programa para préstamos sin tope máximo que beneficiarán principalmente a los pequeños empresarios.


Los ejemplos y esquemas de ayuda gubernamental para detener lo que podría convertirse en una recesión económica mundial varían y se pueden encontrar en prácticamente en todos los países que reportan haber sido afectados por el C
ovid-19, eso, sin importar tamaño, población o nivel de desarrollo.


En ese escenario debemos ubicar el llamado de López Obrador a confiar en las medidas que el Gobierno está tomando para evitar una crisis sanitaria; una confianza que podría materializarse si se diera a conocer el plan que tiene el Gobierno mexicano para evitar que el contagio también enferme nuestra economía.