Aquí ya se ha dicho: a la estrategia federal de seguridad pública le hace falta una buena política de comunicación social para explicar los resultados de las cifras. Porque no se trata sólo de números, sino de razonamientos estratégicos.

Dos ejemplos:

Los homicidios dolosos en las cifras de víctimas de delito de fuero común (estatal y municipal) bajaron de 2 mil 854 en enero de 2019 a 2 mil 819, una perceptible disminución de -1.2%. Y la baja de 2020 fue de -2.3% respecto a diciembre del año pasado.

Y los feminicidios en enero registraron una baja de 75 casos en enero de 2019 a 73 en 2020, una baja de -2.6%. Y de diciembre de 2019 a enero de 2020, un mes, la cifra representa una caída de -20.6% de asesinatos de género al pasar de 92 a 73.

Lo que las autoridades tienen que explicar es la razón de estas cifras: ¿efecto de la no persecución de capos, impacto de mayor vigilancia de la Guardia? No son cifras para echar las campanas al vuelo, pero sí para debatir.

Los comparativos de las cifras de enero de 2020 del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública debieran de ser explicadas para modificar las percepciones negativas casi de pánico en las redes sobre la inseguridad: ¿ya se tocó el techo, es un punto de inflexión, se prevé que las cifras de delitos diluyan al correr de los meses?

Los resultados de la estrategia de seguridad pública circulan cada día 20 de mes y cada uno que haga sus análisis correspondientes. El discurso presidencial en las conferencias matutinas, cuando se lo preguntan con datos duros, no permite consolidar una tendencia y después se ahogan en otros temas importantes o insulsos.

Y de nueva cuenta se sigue a la espera de que gobernadores y alcaldes asuman su responsabilidad en estos delitos de fuero común, pues no quieren que se violen las soberanías locales con fuerzas operativas federales, pero no toman decisiones de fondo para asumir el control real de sus seguridades.

Zona Zero

  • El discurso crítico del embajador estadounidense en México, Christopher Landau, debe tener una lectura política y estratégica y forma parta del catálogo de presiones de la casa Blanca para colombianizar a México y su lucha contra la inseguridad. Están sobrecalentando la plaza con declaraciones negativas para meter militares gringos en la estrategia mexicana.

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

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