Es la máxima autoridad política y religiosa de Irán, se encarga de los aspectos del Estado, de las Fuerzas Armadas y del Poder Judicial, supera las funciones presidenciales, su mando es de carácter vitalicio y todas su órdenes son inmunes, incluso irreprochables. Quien realice un comentario en su contra es castigado con prisión. Entre otras prerrogativas, tiene la última palabra en cuestiones de política exterior y nuclear, y puede modificar la Carta Magna o brindar amnistía a los presos.

 

Este poderoso hombre es Alí Jamenei, líder supremo de Irán desde 1989.

 

El sistema político iraní es un estado bicéfalo, esto luego de que en la Constitución promulgada en 1979 -tras el triunfo de la revolución contra el Sha-, se establecieron dos poderes, uno fija el voto del pueblo para elegir al presidente, parlamentarios y a los consejeros municipales; y el otro poder es elegido a través de un sistema teocrático por un grupo de expertos que designa al guía de la república, quien solo le rinde cuentas a Dios.

 

Alí Jamenei fue también presidente de Irán, tras su destacado papel en la defensa armada e ideológica de la Revolución de 1979 (fue desginado Presidente dos años después), convirtiéndose en el primer mandatario del clero chií, que es una rama del islam, lo cual representó una imposición de los sectores religiosos ultraconservadores.

 

El país de Medio Oriente enfrenta un nuevo conflicto con Estados Unidos y toda la región, tras la muerte del general iraní Qasem Soleimani, considerado uno de los principales enemigos del presidente Donald Trump, a quien se atribuye el asesinato, y luego de haber derribado un avión que de pasajeros “por accidente”, tras lo cual perdieron la vida 176 personas.

 

Manifestantes piden la renuncia del líder supremo en las calles: “Soleimani fue un asesino, su líder también”, corean en las calles.

¿Será que el líder pueda pedir una prórroga divina para solucionar este conflicto?

LEG