Hace unas semanas, cuando Ricardo Monreal se atrevió a declarar que “veía al Presidente muy solo’’ y que le faltaba “más acompañamiento de su gabinete’’, los ultras de Morena se le fueron encima Monreal no mintió, como demuestran dos historias recientes.

En medio del tsunami –ya no es ola- delincuencial que azota al país, la secretaria de Gobernación Olga Sánchez Cordero revela que existen negociaciones “con grupos armados’’ que están dispuestos a deponer las armas.

Tres gobernadores -el de Tamaulipas, Francisco Javier Cabeza de Vaca; de Michoacán, Silvano Aureoles, y de Guerrero, Héctor Astudillo- criticaron dichas reuniones que efectivamente había comenzado el subsecretario de Gobernación, Ricardo Peralta.

Se armó un escándalo.

Torpemente, la Secretaría de Gobernación en un comunicado quiso desmentir las declaraciones de su titular alegando una edición inexistente de sus palabras.

Al día siguiente el propio López Obrador descalificó las negociaciones y dijo que no estaba de acuerdo con las llamadas autodefensas, ese “pueblo bueno’’ que irremediablemente se ha convertido en verdugo de sus poblaciones.

¿Le hacía falta este escándalo al Presidente?

El caso más reciente es el del secretario de Salud, Jorge Alcocer, quien en plena crisis por el desabasto de medicamentos –el más visible es contra el cáncer, pero es general- y con las protestas apenas disipándose aseguró que no hay desabasto ni emergencia médica.

“No pasa nada si una dosis –para el cáncer- se atrasa unos días’’, dijo.

Y aunque técnicamente el funcionario tenga razón, su falta de empatía y sensibilidad con los angustiados familiares de niños con cáncer le volvió a generar una crisis de credibilidad a López Obrador.

Alcocer quizá tenga otros datos, pero no es posible imaginar que los directores del Hospital 20 de Noviembre, del Federico Gómez y de Cancerología hayan creado esa crisis para llamar la atención.

El Presidente dice que tiene un gabinetazo de primera, que lo respalda.

Si así fuera, no le estarían generando un día sí y otro también crisis que hacen dudar de la competencia del equipo.

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El gobernador de Tamaulipas, Javier Cabeza de Vaca, se reunió en Tamaulipas con el secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, y con el secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval.

La reunión fue la respuesta a la petición de audiencia que hizo el gobernador para tratar el tema de la inseguridad que azota su entidad.

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El mejor ejemplo de modelo de funcionario del lopezobradorismo -99% de honestidad y 1% de capacidad- es el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García.

Quizá su honestidad no esté en duda, pero su capacidad para gobernar uno de los estados con mayores índices de delincuencia es cercana a cero.

¿Cómo es posible que haya un atentado en donde mueren, hasta el momento, 28 personas en uno de los municipios más violentos del país pese a los muchos avisos que se habían dado sobre la posibilidad de hecho así?

¿Dónde está la Guardia Nacional, las Policías local y municipal, el Ejército con el que el estado tiene convenios?

Lo que ocurrió en Coatzacoalcos debe ser considerado terrorismo y debe castigarse como tal.

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También en el Estado de México hace aire.

Sucede que la secretaria de Cultura del Estado de México, Marcela González Salas, cometió el gazapo del año al felicitar al multimedallista paralímpico en natación, Juan Ignacio Reyes.

“… Y decirle a Juan Ignacio que nos inundaba el alma en cada brazada’’, dijo la funcionaria.

Sólo que el medallista ¡no tiene brazos y le falta una pierna!

Están viendo, pero no ven.