Desde hace algunos meses, hemos estado comentando sobre la rápida desaceleración de la economía mexicana, con la posibilidad de transitar hacia una recesión técnica, como ahora lo vienen señalando diversas instituciones financieras. Las minutas del Banxico hablaron de una desaceleración “mayor” a la esperada. El dato de producción industrial a mayo, peor de lo esperado, y la renuncia del secretario de Hacienda, el doctor Carlos Urzúa, aumentaron las probabilidades de esta recesión técnica.

Hasta donde se dice, esta semana se deberá conocer el Plan de Negocios de Pemex, y con ello, la evaluación de las calificadoras que al final se traduce en movimientos de flujos de inversionistas nacionales y extranjeros con efecto directo en los mercados, principalmente en el tipo de cambio y en las tasas de interés. Este 26 de julio se tendrá el resultado de la licitación para construir la refinería de Dos Bocas, con lo que se asume que quedará incluida dentro del Plan.

Por el lado de la CFE, la búsqueda de una negociación de los contratos de gasoductos de la paraestatal con empresas privadas extranjeras con filiales en México podría llevar a muchos cuestionamientos del tratamiento de empresas extranjeras socias en nuestro país y, por lo tanto, poner en duda la ratificación de acuerdo comercial del T-MEC, tanto en Canadá como en Estados Unidos, que entran en tiempos político-electorales con grandes personalidades como Nancy Pelosi, del Partido Demócrata, cercana a Ienova, filial de Sempra, en donde participa dentro del Consejo de Administración, además de Donald Trump.

El gasoducto marino de Texas a Tuxpan, construido por TC Energy (antes Transcanadá) y Ienova, proveerá con más de un tercio de toda la demanda del gas al país. Puede contribuir al plan de fortalecimiento del sureste de México, que tanto está buscando el propio Presidente de la República.

Ambas empresas representan para el Jefe del Ejecutivo el rescate más importante de su gobierno, el sector energético, que lo considera como la palanca del crecimiento de desarrollo nacional 2019-2024. Es muy probable que dicha palanca de desarrollo al crecimiento no se tenga en el corto plazo.

Por lo tanto, la pregunta importante, no para ahora, sino hacia 2020-2021, es que con un menor crecimiento de la economía es muy probable que se ajuste a la baja la recaudación tributaria, y quedarán dos alternativas: o se reduce el gasto a programas sociales o se tendrá que adelantar una reforma fiscal. La primera contribuirá aún más al bajo crecimiento y estaríamos en un círculo vicioso, mientras que la segunda alternativa brindará apoyo a programas sociales y a la urgente necesidad de inversión pública rentable.

Siguiendo a algunos países desarrollados que tienen bien implementado los programas sociales como ahora en México, la futura reforma fiscal pudiera reducir el porcentaje de pago de impuestos a las empresas (regreso de la confianza y de las oportunidades), que se aumente el impuesto a las personas físicas por arriba de 35% como tope actual y que se vaya incrementando el IVA por arriba de 16%, aunque seguramente sin considerar alimentos y medicinas. También podrán elevarse impuestos a algunos sectores, como por ejemplo los que pagan bajos impuestos al medio ambiente.

Urge fortalecer la confianza para la inversión privada, pero ahora nos enfrentamos como país a una posible revisión de las calificadoras por el Plan de Negocios de Pemex, la revisión de contratos de la CFE, el riesgo de una pronta y urgente ratificación del T-MEC y a las decisiones políticas. Aprovecharemos también para ver el peso que realmente tendrá el nuevo secretario de Hacienda, Arturo Herrera, con los temas de Pemex, CFE y el presupuesto 2020 a corto plazo, así como a una muy probable reforma fiscal futura, cuando la recaudación y el gasto sean divergentes.