El espectáculo de la semana fue el de la Guardia Nacional caminito de la frontera sur para frenar migrantes. Eso, y la novedad de que hay que identificarse para subir a los camiones, no vaya a ser usted un hondureño camino a Oregon. Bueno, y que nuestros uniformados hacen retenes y se suben a los autobuses a pedir papeles, no vaya a ser usted un salvadoreño.

O sea, el espectáculo de la semana fue el de México, esa nueva esperanza de la izquierda, convertido en un país bastante más que hostil con los migrantes. Sí: la nación que le hace el trabajo sucio a Donald Trump.

Estoy convencido de que hacerlo es algo que le retuerce el hígado a buena parte del nuevo establishment. Se lo retuerce al padre Solalinde, que luego de apoyar a AMLO en plan llegó el Salvador, no sólo nos ve convertidos en esto, sino que cómo su Presidente le quita la lana a las organizaciones de defensa de los migrantes. Pues sí. Porque ya sabemos que aquí los recortes no se andan con contemplaciones ni en los casos más desesperados (el cáncer, el VIH), y sobre todo porque esas organizaciones van a ser un estorbo a la hora de cumplir como policías, con lo que el Estado tiene que absorber el tema migratorio.

El entripado debe extenderse al Presidente mismo. Creo que la posición íntima de López Obrador ante la migración es la que anunció y volvió a anunciar antes de la amenaza de los aranceles: de brazos abiertos. Cosa que lo honra. Pero le cayó encima lo de la realpolitik. ¿Por qué? En esencia, por sus propias decisiones.

Está, por un lado, la retórica bastante inflamada sobre la migración que enarboló sobre todo durante la campaña, pero también después, sumada a las imágenes de esos migrantes atravesando nuestras fronteras. No es que Trump necesite pretextos o realidades para lanzarse a la guerra política o verbal, pero no cabe duda de que encontró ahí algo de gasolina para sus incendios.

Sobre todo, sin embargo, está la evidencia de nuestro declive económico. La guerra de aranceles hubiera sido costosísima en cualquier escenario, pero la decadencia de la economía mexicana en estos meses no deja dudas. Se ha repetido hasta el cansancio: es que la inversión está a la fuga, es que las calificadoras nos zapean, es que los recortes al pronóstico de crecimiento, y la de esta semana: en mayo, raquíticamente, se crearon menos de cuatro mil empleos, contra los casi 34 mil de mayo de 2018.

¿Cómo enfrentar los aranceles con esas miserias? Imposible. Así que a agarrar chamba de policías.

Sí: somos el muro.