Del otro lado del río Suchiate, en Guatemala, hay una fila de camionetas cargadas con todo tipo de objetos que puedan ser vendibles. Quienes hacen fila tardan horas o hasta un día en entrar a México.

Nadie revisa la carga que pasa en las balsas hechas de cámaras de llantas (en las cámaras les llaman), justo por debajo del puente migratorio. La Policía local chiapaneca no tiene la capacidad de detener ese tráfico y a la Policía guatemalteca parece no importarle.

No existe un operativo del Ejército para impedir la entrada ilegal de mercancía que, se presume, también es ilegal. Avanzan fuera de alcance de las pocas cámaras del Gobierno federal que hay en esa región. ¿Qué hay dentro de esos paquetes? Ninguna autoridad lo sabe.

Es una ruta sin un filtro oficial para el contrabando de todo tipo de mercancía que no necesariamente tiene su origen en Centroamérica. La migración que entra por esta frontera nos da una idea de dónde se encuentra el origen de esas mercancías: hay personas que vienen de África o de Asia, por ejemplo, como viajeros clandestinos de los barcos de carga.

Precisamente, hace algunas semanas el administrador general de Aduanas, Ricardo Peralta, estuvo en esa zona para conocer el problema, e hizo un recorrido. Según un video al que tuvo acceso esta columna, el funcionario recorrió parte de la ruta para comprobar que esos productos no pasan por revisión alguna; entran al territorio nacional y se pierden por sus carreteras.

El tema de la frontera-coladera tendrá que atenderse de inmediato para que en esta administración no se conecte con lo que será una de las zonas económicas más importantes del país: la del Istmo de Tehuantepec, pues contará con una gran infraestructura que facilitará y podría detonar el contrabando por esta frontera.

Actualmente, el sistema aduanero no se encuentra diseñado para evitar la entrada de mercancía ilegal por la frontera sur, sino para evitar que se introduzca mercancía a Estados Unidos. México trabaja para su vecino de Norte. Y la mercancía que entra de forma ilegal, que son toneladas y toneladas todos los días, por la frontera sur, se queda en el país.

#¿LoboEstásAhí?

La carta de BlackRock al Presidente de México es una respuesta a una invitación a invertir en el Istmo de Tehuantepec y en infraestructura para Internet.

Una misiva muy interesante que comprueba lo que se comentó en esta columna hace dos semanas. Que en el proyecto que contempla el Tren Transístmico se invitaría a empresas estadounidenses y se dejaría fuera a los chinos. Que por eso el Presidente optaría por la licitación restringida.

El otro dato importante que destaca de la carta es que tampoco será para China el pastel de la infraestructura de Internet, pues la invitación ya está hecha a BlackRock.

Hay que recordar que una de las fortalezas de las empresas chinas es, precisamente, la infraestructura de redes de telecomunicaciones, Internet incluido, si no que le pregunten a Huawei, que en el sexenio pasado buscó participar en la instalación de infraestructura en materia de telecomunicaciones.