¡Qué difícil debe ser para los miembros del gabinetazo ampliado y legal trabajar –y darle gusto- al presidente López Obrador!

Son muchas ya las ocasiones en las que el Jefe del Ejecutivo corrige o desmiente a sus secretarios de Estado.

El caso más reciente es el del subsecretario de Hacienda, Arturo Herrera, quien lleva dos desmentidos de parte de su jefe-jefe.

El primero, cuando dijo en una entrevista a The Financial Times, el 12 de marzo pasado, que la construcción de la refinería en Dos Bocas, Tabasco, se retrasaría y los recursos programados para la obra se utilizarían para fortalecer las finanzas de Pemex.

López Obrador lo descalificó el mismo día y dijo que la refinería se construiría en los plazos programados, y adelantó que el 18 del mismo mes se lanzaría la licitación para la construcción.

La segunda ocasión que le corrigieron la plana al subsecretario de Hacienda fue ayer.

El lunes por la tarde, en una reunión con diputados federales, el funcionario anunció que se estudiaba regresar el cobro de la tenencia federalizada, así como un incremento del impuesto predial.

La realidad es que esa información ya la había adelantado hace unas semanas el presidente de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados, Alfonso Ramírez Cuéllar, quien declaró que con esa medida el Gobierno trataría de aumentar la captación tributaria en dos puntos del PIB.

Lo único que hizo Herrera fue oficializarlo.

Y, al menos que haya sido un acuerdo entre Hacienda y López Obrador para presentarse ante la sociedad como el policía malo y el bueno, Herrera debió sentirse exhibido luego de que su jefe-jefe negara que su administración estuviera pensando en eso.

¿Es un dolor trabajar con Obrador?
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Quien fuera secretario privado del ex presidente Peña Nieto, Jorge Corona Méndez, asumió como diputado federal en sustitución del ya no tan niño ni tan verde, Jorge Emilio González.

De esta manera, dos de los peñistas cercanos, Corona y la ahora senadora Alejandra Lagunes Soto Ruiz, ambos por el Partido Verde, se vacunaron contra lo que venga.

Pero eso sí, el Verde no es el patio del PRI; cómo pasan a creer.

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El Seguro Popular cambiará de nombre: ahora en la administración de la 4T se llamará “Instituto de Salud para el Bienestar’’.

Porque aunque se diga lo contrario, y hasta que no se conozcan diferencias sustanciales, en el fondo se trata del mismo esquema que busca brindar protección médica a los 60 millones de mexicanos sin seguridad social.

Seguramente habrá algunas variantes de financiamiento y hasta de cobertura, pero en lo esencial será lo mismo: tratamientos médicos a quienes no cuentan con la cobertura del IMSS o el ISSSTE.

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Que el precio de las gasolinas no se reduzca como prometió el Presidente en su campaña no es culpa de los concesionarios, sino del libre mercado.

Pero como a éste no lo puede amenazar, los que terminarán pagando el costo de la promesa serán los concesionarios, quienes fueron “invitados amablemente’’ a reducir sus utilidades so pena de exhibirlos por avorazados y, de paso, crearles un monstruo paraestatal para hacerles competencia.
Conste que ya están advertidos.