No hay duda que con la letanía del gasolinazo el presidente Andrés Manuel López Obrador y su partido, Morena, ganaron muchos adeptos.
No era para menos, la reforma energética había liberado el precio de estos energéticos que durante décadas se fijó con criterios políticos y se usaron recursos públicos para su subsidio.

Peña Nieto liberó el precio, López Obrador se apropió del discurso y ya sabemos quién sacó provecho electoral del tema.

Las gasolinas no deben tener precios subsidiados y los consumidores deben aprender a ahorrarlas o, bien, cambiar de tecnologías para ahorrar. Pero siempre será más cómodo esperar que papá Gobierno se haga cargo.

Por eso la promesa de no más gasolinazos y tener gasolinas baratas endulzó los oídos de las clases medias, y vaya que le dio buenos resultados en las urnas.

Pero una cosa es prometer como eterno opositor y otra muy diferente es llegar al poder y darse cuenta lo que implicaría destinar recursos públicos para hacer otra vez baratas las gasolinas. Así que para ello acomodó el discurso y la nueva promesa es que, dentro de tres años, con la refinería de Tabasco, sí habrá gasolinas baratas. Ya se le ocurrirá algo para entonces para explicar por qué la famosa refinería no está lista y por qué los precios siguen en niveles del mercado.

Pero, por lo pronto, en el planeta entero los precios del petróleo han subido de forma consistente en lo que va del año. El día de Navidad, el año pasado, un barril del petróleo WTI, referente de los Estados Unidos, costaba 42 dólares; hoy vale 64.

Eso implica que suban los precios de las gasolinas, es así de fácil. No es culpa de López Obrador. Pero el uso electoral sí fue su responsabilidad y ahora tiene que explicar su incumplimiento.

Al Gobierno actual no le ha quedado más remedio que usar el mismo mecanismo que usó el gobierno de Enrique Peña Nieto: regular el precio de las gasolinas con el Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios (IEPS).

No se inyecta dinero de las arcas públicas, como se hacía históricamente, para abaratar el tanque del automovilista, pero se le cobran al ciudadano menos impuestos para que se enoje lo menos posible.

Pero ha subido tanto el precio del petróleo y es tan angustiante para este Gobierno no hacer enojar a los electores, que en un mes han dejado de recaudar casi seis mil millones de pesos.

Para esta semana volvió a subir el estímulo a las gasolinas, será de 33.7% para la gasolina Magna, de 24.9% para el diésel y si bien no les encanta apoyar el precio de la gasolina Premium, porque es muy fifí, de cualquier forma, los que la compren se llevarán un premio fiscal de 17.9%.

Con una guerra civil tomando forma en Libia y con Estados Unidos llamando terrorista al Ejército iraní, no parece que pueda haber mucha calma petrolera por ahora. Pero el populismo gasolinero cuesta cada día, y será más oneroso para el actual Gobierno.

LEG