Ya estamos embarcados en abril. Éste va a ser un mes decisivo para la política española. El próximo día 28 se celebran elecciones en España. Estos comicios no son al uso. Son, tal vez, los más importantes de los 40 años de democracia.

El Partido Socialista de Pedro Sánchez tiene todas las posibilidades de ganar, pero no de gobernar. La posible alianza de la derecha española con el Partido Popular, Ciudadanos y Vox, la nueva fuerza de extrema derecha, podría tener posibilidades reales de gobernar en España los próximos cuatro años.

El Partido Socialista arrancará los diputados suficientes como para poder ser la fuerza más votada. Sin embargo, necesitarán la ayuda de la izquierda radical de Podemos y de los nacionalistas catalanes y vascos con el fin de gobernar.

Los trabajos deben terminarse; el presidente Pedro Sánchez comenzó algunos importantes en materia de ayuda al trabajador, a los jóvenes y a la tercera edad. Ayuda también a los autónomos y a los mayores de 50 años. Para terminar estas ayudas sociales bien ejecutadas, por cierto, sería necesario una continuidad gubernamental. Eso es factible. Lo que al electorado le preocupa es que las alianzas del presidente Pedro Sánchez con los nacionalistas catalanes puedan dar alas al separatismo de algunas comunidades autónomas. Éste es el nudo gordiano de la preocupación de los ciudadanos.

España es una nación con identidad propia desde 1492. Han pasado los siglos suficientes como para que exista una unidad nacional, especialmente que no se rompa.

La Constitución Española de 1978 es muy clara: España es un reino indivisible compuesto por 17 comunidades autónomas.

Para que una comunidad autónoma pueda separarse es imprescindible modificar la Carta Magna española. A partir de ahí es cuando podría materializarse una separación de alguna comunidad autónoma con respecto de España.

Seguramente si el presidente Pedro Sánchez deja clara la idea de unidad nacional, muchos ciudadanos cambiarían su voto. El trabajo que está realizando necesita una continuidad. Lo que empaña es esa relación con el separatismo catalán. Eso es lo que hace que no haya una clara idea de lo que piensa el Gobierno en este aspecto. En este punto no se pueden tener medias tintas.

Cuando el domingo 28 de abril los españoles vayan a votar, deberán tener clara la idea de lo que ocurrirá con el separatismo de Cataluña en los próximos cuatro años. Una idea inequívoca de unidad podría darle los votos suficientes a Pedro Sánchez como para poder seguir con su proyecto de cara a la próxima legislatura.