Si atribuyéramos a Carlos Slim la disposición de fuentes superiores de información -más complejas, abundantes, exactas- y la capacidad de ser completamente consistente entre lo que dice y lo que ocurre, hay buenas noticias en la evaluación de los primeros 100 días de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador.

En su opinión, “estamos muy bien”.

Al expresarlo, siempre en la apuesta de que dice lo que sabe y sabe lo que dice, Slim es uno de los millones de mexicanos que forman parte de quienes apoyan mayoritariamente al Jefe del Ejecutivo, a quien, por cierto, no le cuesta nada reconocer que existen pendientes serios en el avance contra la inseguridad y la corrupción, dos temas centrales de la campaña y de su gestión.

No le cuesta nada porque, al menos por ahora, no le afecta en absoluto. Cuenta con capacidad de diseñar realmente, en torno a la Guardia Nacional, una estrategia de seguridad integral, a la cual solamente parece hacerle falta una clara definición de lo que se hará respecto del crimen organizado.

Respecto de la corrupción y delitos asociados con segmentos de la población acostumbrados a la delincuencia, dentro de la administración pública, en grupos empresariales simuladores de actividad formal y fuera de aquella, el Presidente y su gobierno tienen todo por delante para resolver.

No es un secreto que el combate al huachicoleo y la narrativa de ayudar y perdonar -en lugar de sancionar y detener- coinciden con el origen, al menos en el tiempo en que unos sucesos y otros se presentan, con el aumento del secuestro, las extorsiones y el robo a automóvil en zonas cercanas y en capitales del centro-oriente y sur del país.

Logros y retos. La suma le genera dividendos aun extraordinariamente positivos en comparación prácticamente con cualquier Presidente de la historia.

Combate al robo de combustible, apertura de la ex Residencia Oficial de Los Pinos al público, austeridad personal y cercanía a toda prueba, imponer el desuso del avión presidencial y terminación de privilegios excesivos a legisladores y servidores públicos en general y la reacción frente a ello le respaldan.

Del otro lado, el cierre del programa de asistencia a estancias infantiles, la terminación del proyecto de lo que fue llamado el nuevo aeropuerto de la capital del país, la decisión de poner nombre a señalamientos controvertidos en un centenar de casos presumiblemente de corrupción o la imposición de la consulta para unos casos y su omisión para otros, como el aborto o la propuesta de nombramientos decididos por subalternos que usan su nombre y acción “en vano” y sin su aprobación, no le benefician.

AMLO destaca en la historia por una perseverancia superior, por ser un individuo determinado a concentrar capacidades políticas alrededor de su proyecto más que por el hecho, debatible, de utilizar de manera ideal el capital político acumulado para el impulso de su propio proyecto.

La cuarta transformación ha iniciado como un indispensable y bienvenido proceso de ajuste del Gobierno y del Estado.

Por ahora, es difícil reconocer completa veracidad y verosimilitud en el empresarial y cortés “estamos muy bien” respondido a pregunta expresa por Carlos Slim.

@guerrerochipres