Foto: EFE Ludmila Alexéyeva fue deportada de la URSS en 1977, por lo que emigró a Estados Unidos  

Moscú. El presidente ruso, Vladímir Putin, se despidió hoy de una de las fundadoras del movimiento de derechos humanos en la URSS, Ludmila Alexéyeva, en medio de una ola de críticas por la actual represión de la oposición, el mundo de la cultura y la sociedad civil.

“Los actuales funcionarios rusos siguen cometiendo los mismos errores que sus predecesores, limitando las libertades con la esperanza de aferrarse al poder a través de métodos dictatoriales…, no podemos ser cómplices de ese escenario”, afirmó poco antes de morir Alexáyeva, líder durante décadas del Grupo Helsinki de Moscú.

Vladimir Putin sorprendió con la asistencia al funeral de Ludmila Alexéyeva

Putin sorprendió hoy a todos en Rusia al acudir a la capilla ardiente de la activista, que murió el sábado a los 91 años entre la admiración del último dirigente soviético, Mijaíl Gorbachov, y los gobiernos occidentales, especialmente Estados Unidos, adonde emigró cuando fue deportada por la URSS en 1977.

En medio de unas estrictas medidas de seguridad, el líder ruso depositó un ramo de flores ante el féretro instalado en la Casa Central del Periodista en el centro de la capital rusa, acto que atrajo esta mañana a centenares de personas.

“Era un ángel. Tenía una misión y nunca se torció. Igual que hay músicos geniales, hay activistas geniales. Ella era defensora de los derechos humanos por la gracia de Dios. Se levantaba por las mañanas con una lista de personas a las que ayudar. No tenía tiempo ni para morir”, comentó a Efe en la capilla ardiente el conocido periodista Víctor Shenderóvich.

Aunque participó en numerosas protestas contra el Kremlin, Alexéyeva era una de las pocas activistas que era respetada por Putin, que le rindió tributo después de hacer lo mismo con el escritor Alexandr Solzhenitsin, en cuyo honor inauguró hoy una estatua con ocasión del centenario de su nacimiento.

Ludmila Alexéyeva era respetada por Vladimir Putin

El autor de “Archipiélago Gulag” denunció en sus libros la máquina de represión política soviética, motivo por lo que también fue expulsado y residió varios años en EU.

Con todo, esos gestos no libraron a Putin de las críticas, especialmente después de que otro conocido activista, Lev Ponomariov, fuera arrestado sólo por llamar a protestar en la red social Facebook contra los excesos del Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB).

La condena de Ponomariov, que tiene 77 años y sufre de insuficiencia cardíaca, provocó una oleada de condenas internacionales, a lo que se sumó que el tribunal se negó primero a ponerle en libertad y después le impidió despedirse de Alexéyeva.

“Ese gesto es un intento de distanciarse de las violaciones de los derechos más básicos. Putin es el garante de la Constitución y debe tomar medidas para que los derechos y libertades sean protegidos. Pero ahora somos testigos de un ataque masivo y cínico contra los derechos humanos”, dijo a Efe Emilia Slabunova, presidenta del histórico partido liberal ruso Yábloko.

En la misma línea, el ex primer ministro Mijaíl Kasiánov tachó de “puesta en escena” la presencia en el acto de Putin, al que advirtió de que el país se encuentra “en medio de una gran tensión” y la sociedad civil está “bajo una gran presión”, por lo que está aumentando el “descontento popular”.

“No creo que Putin respete los derechos humanos y tampoco creo que respete a Alexéyeva. Todo es una puesta en escena, como la de que en Rusia hay libertad de prensa, una justicia independiente y unas elecciones libres, pero en realidad no hay nada de eso. Y lo mismo pasa con los derechos humanos”, apuntó.

La propia Alexéyeva en su “testamento político” publicado después de su fallecimiento y en vísperas del 70º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que se conmemoró el lunes, denunció “la creciente represión política”.

“Creo que nos esperan tiempos difíciles, incluido en Rusia”, comentó y llamó a oponerse “al aislacionismo, la militarización y el clericalismo”.

También criticó la influencia en la sociedad rusa de la “conciencia imperial” que llevó a la anexión rusa de Crimea, a la que ella, oriunda de la península (1927), se opuso siempre terminantemente.

Con todo, insistió en que es necesario dialogar con el poder para convencerle de que va en sus propios intereses garantizar la alternancia política y se mostró contraria a la estrategia de algunos opositores de que “cuando peor, mejor”, en alusión a una posible revolución.

Alexéyeva abandonó en 2012 el Consejo de derechos humanos adscrito al Kremlin, aunque volvió en 2015 con el argumento de que la única forma de mejorar la situación en el país es dialogar con Putin, motivo por lo que recibió no pocas críticas.

“Los defensores de derechos humanos deben sacar a las personas de las fauces del cocodrilo, llámese Mugabe, Chávez o Hitler. Nosotros le seguiremos gritando que se vaya, pero ella seguirá hablando con él. Y puede que sirva de algo. La lista de personas a las que ayudó es interminable”, señaló Shenderóvich. 

aetc