Los ciudadanos no entendemos de dineros públicos y no debemos opinar sobre el modo de gastar de la calificadísima nómina de la Cuarta Transformación, permeada además, de solvencia moral, pero nuestros funcionarios y representantes podrían recordar que tienen también una función pedagógica, que pueden compartir esa condición preclara que los llevó al mando indiscutido de la patria y explicarnos la sofisticada arquitectura de la política de austeridad. Porque a uno, limitadito como es, hay cosas que lo dejan perplejo.

Está lo del Gran Premio, que Ana Gabriela Guevara, la inminente titular de CONADE, dijo que igual ya no va porque sale en una lana. Se le agradece el entusiasmo altruista, porque si hay una institución que no tiene que ver con la fórmula uno es justamente CONADE: no es su chamba. Igual estaría bueno que nos explicara de dónde que cueste más barato van a salir 8500 empleos y una recuperación de 14 veces la inversión en el Premio.

Está lo Jiménez Espriu y el aeropuerto. Parece que si un país tiene 60 millones de pobres no necesita aeropuertos, que como todos sabemos son accesorios: no tienen relación con la economía, los negocios, la generación de riqueza. Ojalá nos explique entonces el inminente secretario por qué un país con 60 millones de pobres necesita un tren de 1500 dólares por boleto.

Está lo de las dietas de los legisladores. Literalmente. Porque entre el tóper de Batres y lo de que siempre sí va a haber bufet cuando la sesión dure más de cuatro horas, no sea que se le baje el azúcar a la legislatura, uno, erradamente, pensaría que se está gastando demasiado tiempo en discutir la ingesta calórica de los hacedores de leyes.

Y está lo último: lo de que la “marca” de la Ciudad de México ya no va a ser el logo de CDMX. Que habrá un concurso público para que la ciudad que gobernará inminentemente Claudia Scheinbaum tenga otra imagen. Seguro que hay buenísimas razones para invertir tiempo, bastante, y dinero, por poco que sea, en ese cambio de look. Pero son razones que permanecen ocultas, y un malpensado diría que si de lo que se trata es de enmendar alguna deficiencia de la administración de Mancera, caray, podría elegirse otra entre una larga lista, de la llegada del crimen organizado a las “irregularidades” de la reconstrucción, por decir.

En fin, inminentes secretaria, secretario, legisladores, jefa de gobierno: ahí les encargamos unas palabras aclaradoras. Estamos todos ansiosos de aprender. De iniciarnos en los misterios de la austeridad.

Julio Patán

LEG