Maite Ramos, directora de la Comisión de Movilidad de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) en la Ciudad de México, señaló que falta un nuevo aeropuerto en la capital y, si se revisan las distintas alternativas, todas tienen pros y contras.

 

“Se tomó una decisión que, en estricto sentido, es una decisión técnica respaldada por estudios, con el tema de pistas y demás”, comentó.

 

Reconoció que hay un serio problema de suelo por el tema de la filtración de agua: “No sé cómo estén pensando resolverlo, pero con un tema de buena ingeniería pudiera atenderse, pero una buena, no como la de la Terminal 2”.

 

Lo que sí es muy difícil en este momento, es que se cancele una obra que ya está con más de 30 por ciento de avance, lo que costaría más de 100 mil millones de pesos, y además atentaría contra el principio de garantía o certeza de inversión.

 

Ello, dijo, podría traer repercusiones muy fuertes en materia de inversión para el país, sobre todo extranjera, y eso es un tema que preocupa.

 

Sobre la movilidad del nuevo aeropuerto, expuso que la conectividad la están basando a través de vías de transporte para automóviles o autobuses, y eso no es un modo eficiente, dijo.

 

“Hay un retraso enorme en el tema de conectividad ferroviaria. Había proyectos distintos, como un tren de levitación magnética que se propuso, lo cierto es que al día de hoy no hay un proyecto final y vamos tarde, ya tendría que estarse trabajando en él”, detalló.

 

Sobre el teleférico del que ha hablado la que será la próxima jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, indicó que es una buena opción, sólo si cuenta con cinco criterios: problemas de movilidad, pendiente (que sirva para conectar a las áreas altas), alta densidad (porque necesita la gente moverse), alta marginación, y velocidad del viento.

 

Las zonas que se está planteando conectar cumplen en su gran mayoría con esos requerimientos, pero se tiene que ver cuál ha sido el gran éxito del teleférico o el telcable. El que funciona mejor, el de Medellín, Colombia, no tuvo éxito no nada más al colocar el cable aéreo, sino por la integración.

 

“Todas las líneas del teleférico se integran con el Metro. Si tú vas a bajar a la gente de las zonas altas para dejarlas en tierra de nadie, o donde a ver si pasa el micro, o no están conectadas, fácilmente vas a tener una estrategia incompleta. Es lo que pasa con el teleférico del Estado de México.

 

“Cumple con el objetivo de bajar a la gente, pero llega a un lugar donde la población no está conectada. Dijeron que algún día va a pasar la línea 4 del Mexibús, pero todavía no ocurre. Mientras tanto, sigue bajándose a la ciudadanía que se queda perdida en tierra de nadie”, precisó.

 

fahl