Los radicales le llaman lucha.

Los conciliadores prefieren denominarla negociación.

Pero lucha o negociación, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) está inmerso entre unos y otros, a cual más molestos con la manipulación sexenal de ese organismo y el fracaso final.

En ese ambiente se dan muchos rumores.

Uno:

Los radicales, con Ulises Ruiz y César Augusto Santiago en gran campaña, pretenden abrir juicio interno al presidente Enrique Peña para su eventual expulsión.

Algo no sucedido ni con Ernesto Zedillo, en cuya presidencia el priismo perdió por primera vez el poder federal.

Su razonamiento:

Cuando Zedillo postuló a Francisco Labastida, el partido estaba en primer lugar y al final fue segundo.

Hoy era tercero y quedó cuarto, lejos de Andrés Manuel López pero, lo peor, rebasado en posiciones legislativas y gubernativas de organizaciones testimoniales como Encuentro Social (PES) y para qué citar más.

CONSENSO POR JUÁREZ CISNEROS

Los menos escépticos tienen un lenguaje diferente.

A ellos pertenece, por ejemplo, el todavía coordinador senatorial Emilio Gamboa, quien no rehúye la autocrítica.

Recordó la reforma estatutaria de la pasada Asamblea Nacional, cuando se quitaron los requisitos –candados en el argot interno- de ser militante para aspirar a la candidatura presidencial, a la postre entregada al externo José Antonio Meade.

Declaró Gamboa:

-Nuestros estatutos… Nos metimos un balazo en el pie… Hay que revisarlos de nuevo.

Lejos de los reflectores, la pelea es mucho más intensa.

Entre gobernadores corre una versión:

Consumada la debacle, hubo un intento desde Los Pinos por relevar a René Juárez Cisneros con gente del equipo de campaña coordinado por Aurelio Nuño, pero fue imposible.

¿Por qué?

Porque se opusieron los gobernadores.

Hoy ese grupo de la tecnocracia no tiene ninguna posibilidad de quedarse con el partido y, por el contrario, en la militancia real crece una corriente para reforzar a Juárez Cisneros.

Todo comenzará a desenredarse en una reunión del Consejo Político Nacional (CPN) y luego en una nueva Asamblea Nacional donde el priismo de verdad intentará recuperar a su organización.

Luego decidirán qué hacer con el PRI.

REFUNDACIÓN Y VUELTA A LOS 90

1. El debate de fondo será:

-¿Cómo reconstruir al PRI?

La refundación pasa por cambiar todo y, según el dicho de Emilio Gamboa, regresarlo a la militancia y tal vez a los candados impuestos en los 90 para impedir a Ernesto Zedillo imponer un tecnócrata.

Entonces costó el cargo a los dirigentes Santiago Oñate y César Augusto Santiago, pero la historia les dio la razón 22 años después con la humillante derrota de José Antonio Meade.

Lo veremos en la Asamblea conducida por René Juárez Cisneros.

2. La pésima campaña nacional del PRI y del equipo de Meade afectó a su aliada Nueva Alianza, cuyo registro está en juego.
Al margen de este destino numérico, su dirigente Luis Castro Obregón tiene mucho futuro.

Es un hombre de ideas, académico, con formación periodística, de gran capacidad para la organización y, si se lo propone, reconstruir ese partido para hacerlo vigente.

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