Este fin de semana, el escenario político se volvió a teñir de rojo, pues en menos de 24 horas fueron asesinados cuatro aspirantes a algún cargo de elección popular en los estados de Oaxaca, Puebla y Quintana Roo, con lo que suman 110 los muertos en lo que va de este proceso electoral.

Y es que, como nunca antes, hoy las campañas han estado marcadas por la violencia de grupos criminales que pretenden apoderarse del poder político, para desde ahí seguir operando con absoluta impunidad.

En cualquier país del mundo, donde prevalezcan la ley y la justicia, esta situación se habría tornado en un escándalo mayúsculo, no así en México, donde además nos hemos acostumbrado a que, un día sí y otro también, suceden ejecuciones políticas que tan sólo se quedan en la estadística.

Lo malo de este patrón es que, si a este centenar de políticos los asesinaron por no plegarse a los designios de los criminales, cuántos más habrían sido intimidados y convencidos a través de la amenaza y la coacción, para ponerse a su servicio una vez que obtengan el triunfo en las urnas.

La incertidumbre que ronda el actual proceso electoral es tan extrema que, tan sólo en el estado de Guerrero, más de 300 candidatos han decidido renunciar a sus aspiraciones, pues a pesar de que han denunciado hostigamiento, presiones y hasta amenazas de muerte, las autoridades correspondientes no han hecho algo para garantizarles su seguridad y la de su familia.

El crimen organizado ya encontró la fórmula para influir en los comicios y ganar posiciones políticas y territoriales. Para ellos no existe otra democracia que la suya: la del terror a través de la violencia; se dieron cuenta que es más efectiva una bala que un voto en las urnas, y una vez que se instalen en el poder, a ver quién puede sacarlos.

UNA RAYA MÁS
El que está mal y de malas es el presidente municipal con licencia de San Juan del Río, Querétaro, Guillermo Vega Guerrero, quien aspira a reelegirse en ese cargo, arropado por el Partido Acción Nacional (PAN).

Y es que luego de que el Instituto Electoral del estado determinó amonestarlo públicamente, por haber incurrido en actos anticipados de campaña, promoción personalizada de su imagen y uso indebido de recursos públicos, su hermano, Alejandro Vega, quien aspira a ser regidor por el mismo partido, le metió uno de esos goles que duelen, y duelen mucho.

Resulta que Alejandro fue detenido en un puesto de control vehicular, y al hacerle la prueba de alcoholemia resultó positivo con valores extremadamente elevados, muy por arriba de lo permitido; y al ver que no podría librar la sanción, intentó hacer valer su influyentismo (al fin que tiene un hermano alcalde con licencia) e intentó escapar en su automóvil, sin embargo después de una persecución, la Policía estatal logró someterlo.

Y es que en San Juan del Río, Alejandro Vega Guerrero es bien conocido por sus excesos y los múltiples conflictos públicos que ha protagonizado.
Otra raya al tigre entre los candidatos panistas en Querétaro.

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@JuanMDeAnda