Cuando Felipe Calderón comenzó su campaña presidencial tenía como eslogan “Tengo las manos limpias’’, pero no le funcionó, y un mes después tuvo que cambiarlo por el del “Presidente del empleo”.

Igual comenzó José Antonio Meade -“Yo tengo las manos limpias’’-, y hasta se dio tiempo de ironizar con su vitiligo.

Quizá sea poco el tiempo para evaluar si el lema le ha funcionado o no –aunque lo usó en la precampaña y en la intercampaña-, pero, a juzgar por las reacciones en las redes sociales, tendrá que ofrecer otra cosa, además de unas manos limpias.

Apelando a su honradez, Meade retó a debatir a López Obrador y Ricardo Anaya sobre su patrimonio, y la reacción de los dos fue la esperada: lo batearon.

Para provocar la reacción del tabasqueño hace falta más que un reto; en el caso de Anaya, quizá baste con revivir las denuncias sobre su presunto enriquecimiento ilícito que, por cierto, dejaron de ser nota como por arte de magia.

Meade debería revisar la historia del primer mes de campaña de Calderón.

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La Ciudad de México es de las pocas entidades del país que no cuenta con presencia militar para combatir a la delincuencia organizada.

Pues bien, ayer el candidato del PRI a la Jefatura de Gobierno, Mikel Arriola, dijo que si gana, pedirá que el Ejército combata el narcomenudeo en la capital.

Es la primera vez que un candidato abiertamente reconoce la incapacidad de las Policías citadinas que, mal que bien, hacían la lucha por contener a la delincuencia común y a la organizada, ésa que no existe, pero cuyo peso se siente en varias zonas capitalinas.

Quién sabe si la propuesta le generará simpatizantes a Arriola, pero de que abrió el debate sobre el tema, ni duda cabe.

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La decisión del gobernador de Chiapas, Manuel Velasco, de rechazar la candidatura plurinominal al Senado que le ofreció el Partido Verde no hace sino profundizar la crisis que vive ese instituto político.

Velasco había sido colocado en la segunda posición de la lista plurinominal a la Cámara alta, pero la semana pasada hizo público su rechazo argumentando que prefiere quedarse hasta el final de su mandato como gobernador, el 8 de diciembre.

Y es que dicen por ahí que al gobernador le hicieron “manita de puerco’’ para que aceptara que el Verde en Chiapas fuera con el candidato del PRI a la gubernatura, Roberto Albores Gleason, cuando él tenía candidato propio.

La decisión la tomaron los dueños del partido, Jorge Emilio González y demás, dejando fuera a Velasco, que se los recriminó acremente.

Para compensarlo le ofrecieron la senaduría que rechazó.

Ahora se quedará con la gubernatura para operar, dicen, en contra de la imposición del PRI.

¿A poco sí?

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La Asamblea Legislativa de la CDMX discutirá este día la licencia que presentó Miguel Ángel Mancera para sumarse a la campaña presidencial de Ricardo Anaya.

Se espera que el trámite no tenga inconvenientes, y que hoy mismo asuma como relevo por prelación José Ramón Amieva, secretario de Gobierno.

Mientras eso ocurre, Mancera ya comenzó los primeros contactos con organizaciones empresariales para exponerles las ventajas del gobierno de coalición, el modelo político que están vendiendo los partidos de Por México al Frente.

El ex jefe de Gobierno va por los sectores indecisos, aquéllos que todavía tienen dudas del modelo.

La agenda de Mancera la lleva Luis Serna, de quien depende igualmente la operación con otros sectores de la sociedad civil.

JNO