Nunca había sido tan importante para un partido elegir a su candidato. El desprestigio en el que han caído las fuerzas políticas en nuestro país las ha llevado a elegir con pragmatismo a quien será su abanderado para las próximas elecciones. De ahí que las guerras internas sean casi tan duras como se espera que sea la campaña electoral.

 

Desde luego, la elección del personaje dentro de cada partido ha sido determinante desde que hubo otras opciones reales más allá del escudo tricolor en la boleta electoral. Sin embargo, el momento político y social que vive México ha llevado a los líderes de cada partido a pensar en un nombre que reúna las cualidades que, desde su punto de vista, los pueda llevar al triunfo, sin importar siquiera si se trata de un militante activo o si tiene raigambre partidista. Se trata de ver quién puede ganar. El que no tiene posibilidades, simplemente no juega.

 

Esto tiene que ver con la forma en que los electores votaremos el año que viene. El sistema de partidos en México es sinónimo de despilfarro y corrupción. Contrario a lo que debería ser su espíritu, las fuerzas políticas están lejos de representar a la sociedad en sus intereses más elementales. Han caminado en la dirección opuesta y se han ganado la reprobación y la desconfianza de la gente. Cada vez son menos las personas que votarán por los rojos, los azules, los verdes, los naranjas o el color que usted elija. El votante –que ya no compra espejitos- se inclinará por el candidato que conecte con él, que proponga y diga cómo lo hará, que demuestre más experiencia en la administración pública y que se mantenga alejado de los escándalos de corrupción que tantas heridas han abierto en la sociedad. El elector votará por el candidato, no por el partido.

 

Por ello, el PRI abrió la puerta a un candidato “ciudadano”; por ello, el llamado “Frente por México” se desmorona y todos se dan hasta con la cubeta por las candidaturas; por ello los “independientes”, cuya independencia debe ser cuestionada –muchos de ellos militaban en algún partido hasta hace meses o semanas-, piensan que pueden ganar; por ello, los partidos menores amenazan con postular a su propio abanderado, pero en realidad sólo venden caro su amor.

 

Faltan 216 días para la jornada electoral. Dado el complejo y espinoso panorama, es imperativo evaluar a cada aspirante más allá de los colores que represente. La opción, para el próximo 1 de julio, será votar por el sujeto y dejar atrás un aparato de partidos rancio y oneroso.

 

 

Renta universal

Surge en voz de Ricardo Anaya y como parte de la que sería la plataforma electoral del Frente por México, una renta básica universal, con el fin de combatir la pobreza y la desigualdad en el país. Se aplaude que comiencen a desfilar, entre los suspirantes, las propuestas tangibles y se rebase de una vez el vergonzoso nivel de debate político que hemos visto hasta ahora. Sin embargo, lo más importante de las campañas se deberá centrar en el cómo. ¿Es una renta universal financieramente viable? ¿Cómo modificar la estructura financiera para que esto pueda llevarse a cabo? Se agradecen las ideas, sólo vale la pena recordar que, en tiempos electorales, el populismo a todos alcanza.