Quien se alegró por el final de octubre, que se espante por el inicio de noviembre. Al menos para los mercados financieros mexicanos no hay una buena expectativa en lo que resta del año.

 

El mes pasado quedó inscrito como uno de los peores para la moneda mexicana en casi 10 años, desde los tiempos de la gran recesión mundial, con una caída que agravó el retroceso que traía la moneda desde septiembre.

 

Fue el peor octubre desde 2008, pero el peor noviembre para el peso fue apenas el noviembre pasado.

 

En la gráfica del comportamiento cambiario vemos como hace un año, en la expectativa de las elecciones de Estados Unidos, la moneda mexicana estaba en niveles similares a los actuales. Sólo que en esos días previos a la elección el camino más seguro era el de la recuperación cambiaria ante el inminente triunfo de Hillary Clinton.

 

Aquella noche del terror en que ganó Trump, la devaluación fue brutal y habría de agravarse con la llegada de este personaje a la Casa Blanca en enero.

 

Durante este año, el mercado especulativo se dio una pausa de ganancias durante el verano que hizo a muchos soñar con una recuperación más consistente del peso.

 

Pero eso no sucedió; hoy, la moneda mexicana se ve mucho más cerca de los 20 pesos que de los 18. Lo que no implica que eventualmente en algún momento del próximo año veamos esas cotizaciones de regreso.

 

Este noviembre carga varios hechos tan importantes como desconocidos. De entrada, tan pronto como hoy o mañana el presidente Donald Trump habría de nombrar a Jerome H. Powell como el próximo titular de la Reserva Federal. Eso genera mucho ruido, ya que se trata de quien habrá de encabezar la política monetaria en plena etapa de corrección.

 

Hacia mediados del mes se debe celebrar la quinta ronda de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y sabemos qué tipo de amenazas penden sobre el futuro de este acuerdo trilateral.

 

También durante este mismo mes, el Congreso estadounidense debe dar entrada y curso a la reforma fiscal que propuso Donald Trump. Ésa que promete bajar los impuestos y meter en problemas tributarios a los socios tan cercanos como México y la urgencia de reaccionar fiscalmente para mantener las inversiones.

 

Pocos pueden dudar de los vínculos que hay entre los problemas de allá y las repercusiones acá, entre la gripa en Estados Unidos y la pulmonía mexicana, por eso es que el avance del proceso de investigación del Rusiagate, o los pleitos con Corea del Norte o cualquier otra barbaridad del Presidente pega en los mercados mexicanos.

 

Y en la parte interna, poco ayuda a mantener el ánimo bursátil que la economía haya registrado un crecimiento negativo durante el trimestre pasado. Más allá de lo comprensible que resulte ver los efectos de sismos y huracanes, la realidad es que este país crece por debajo de su potencial.

 

En fin, noviembre pinta para tener también varios sustos financieros en el camino.