Sólo ante la inminente filtración, la FIFA optó por anticiparse en la publicación. La historia comenzó a mediados de 2012 cuando un fiscal estadounidense fue contratado para investigar la corrupción en la elección de las Copas del Mundo de 2018 y 2022. Por dos años, Michael García efectuó entrevistas y recabó pruebas; período en el que rompería con el entonces titular del Comité de Ética de la FIFA, quien se negó a dar a conocer la totalidad del reporte, y en el que se mostraría decepcionado tanto por la renuencia a cooperar de varios personajes (por ejemplo, Franz Beckenbauer), como por la cantidad de elementos inaccesibles (según informó, ya habían sido destruidas todas las computadoras utilizadas por la campaña de Rusia 2018).

 

 

 

Sin embargo, quedaba un punto importante entre líneas: si Joseph Blatter accedió a que esa investigación comenzara, fue por varios motivos: primero, que él no necesitaba proteger a Qatar 2022, sede promovida por su rival Michel Platini; segundo, que ya veía venir el ataque desde el Departamento de Justica de Estados Unidos, mismo que precipitaría el castillo de naipes con las detenciones de directivos en 2015 (con un fiscal de ese país, Sepp pensaba que se fortalecía para el impacto); tercero, que resultaba urgente dar mensajes de transparencia a los patrocinadores; y cuarto, que sabía, como todos en la FIFA, que difícilmente llegaría al papel alguna prueba que obligara a repetir la votación.

 

 
Dicho y hecho, el Reporte García develó un modus operandi por todos sabido: regalos costosos, fiestas de lujo, viajes y recepciones, despilfarro, pagos injustificados a familiares, academias (la qatarí Aspire, vinculada a tráfico de adolescentes) ocupadas en comprar favores. En todo caso, nada que suscitara sorpresa a una FIFA que tenía décadas otorgando la sede mundialista bajo ese comportamiento (no olvidar: tan escandaloso como el 2022 para Qatar, fue el 2006 para Alemania).

 

 
¿Querían quitar el Mundial a Qatar? No hacía falta contratar a Michael García, siendo de dominio público que el jeque había dado un alto cargo ejecutivo al hijo de Platini, tras la famosa reunión en el Palacio del Eliseo con el presidente Nicolás Sarkozy como testigo de lujo. Charla tan productiva que un día después Platini ya sabía que no cumpliría a Estados Unidos el voto que le había asegurado (cosa que él mismo no tuvo pudor en externar).
Cuando este martes el diario alemán Bild estaba por filtrar la totalidad del Reporte, la FIFA se adelantó y lo subió a su página.

 

 
¿Casualidad que esto suceda cuando Qatar ha sido bloqueada por todos sus vecinos, cuando se le vincula con extremismo islámico, cuando está aislada por cielo, mar y tierra? Parece que no. El Reporte García no bastaba para quitar la sede a los qataríes, pero sí es útil como pretexto para hacerlo. Sobre todo, cuando la geopolítica mundial impulsa a ello y cuando la FIFA necesita jugar a que ha cambiado. Y es que, computadoras destruidas al margen, es poco comprometedor lo que el fiscal estadounidense concluyó sobre el otro investigado, Rusia 2018.
Filtrado con o sin intención, el dedo de la FIFA apunta a Qatar.

 

 

 

Twitter/albertolati

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