Desde su inicio Uber no ha dejado de dar nota; desde los que se oponían a su operación, o choferes que habían abusado de alguna pasajera  y algunas otras gracias. Lo cierto es que la empresa no se ha detenido un segundo y ha ido contra corriente y actuando de manera propositiva.

 

Muy pronto Pittsburgh se convertirá en la primera ciudad que tendrá unidades autónomas. Es un hecho histórico no sólo para la empresa si no para los fabricantes de estos autos. Los coches autónomos ahora si dejaran de ser parte de una proyección futura, estos, por fin serán una realidad, una realidad palpable, que cualquiera podrá vivir y no sólo leer sobre la experiencia de algún periodista.

 

Desde Mayo, Uber ha estado probando estos autos en las calles de Pittsburg de manera “secreta” pero ante los ojos de los habitantes de la ciudad.

 

La gente sabe que se están probando, han visto como  hacen las pruebas pero ¿los usarían? ¿Los usaría usted?

 

Para mí resulta un sueño hecho realidad; subirme al Uber sin tener que hablar de cosas que no me importan, escuchar la opinión de alguien que no conozco, bueno, pensar en que al subirme a uno, nunca más tendré que hablar del clima y del tráfico que me lleva casi hasta la lagrimita Remi.

 

Pero a la hora de la hora no sé si me daría “cosa” que la responsabilidad de que llegue sana y salva dependa de un robot, bueno, de una máquina porque si hubiera un robot ahí tal vez me sentiría más acompañada.

 

Esa misma preocupación la ha demostrado mucha gente y para darles tranquilidad les digo que en ese auto no irán solos pues Uber tiene pensado que estos coches operen, pues ahí estará un operador para estar al tanto del volante y otro más estará al pendiente de la computadora; o sea la misma cosa con diferente nombre pero en pocas palabras los Ubers autónomos tendrán nana.

 

Como amante de los autos y el manejo le digo que si quiere subirse a un coche y no manejar pues váyase en camión, en Uber o en taxi porque la verdad es que no ubico un mundo en donde la gente compre coche para no manejarlo. Llámenme romántica pero me parece casi casi un pecado.