MADRID.  Después de los paquetes vacacionales para cazar “pokémons” o las “pokequedadas” multitudinarias como la vivida hace pocos días en la capital española, se dan a conocer las mejores playas para cazar estas criaturas del ya popular juego de realidad aumentada en plena tendencia, Pokémon Go.

 

Ya son más de 35 países los que cuentan con esta aplicación que invita a explorar el mundo real para “hacerte con todos” y, ahora, algunas playas españolas serán un punto de parada obligatoria para todo aquel que quiera convertirse en un “maestro pokémon”.

 

Así, el juego virtual que combina tecnologías que integran realidad aumentada, sistemas de geoposicionamiento o cámaras móviles, a contribuido a la acuñación de un nuevo término el “poketurismo”.

 

Las playas “poketurísticas” en la Costa Brava y Costa Blanca

 

Se podrá encontrar en las playas de Lloret del Mar a Charmeleon, la evolución de Charmander, un ejemplar de fuego de 1.1 metro de altura que utiliza sus afiladas garras para acabar con su rival. Un reptil algo “peligroso” que invita a disfrutar de una escapada al “paraíso gentil”, (término acuñado por poeta Josep Carner), de sol y playa.

 

En Calpe, en cambio, el “pokémon” es de agua, Squirtle, uno de los personajes emblemáticos de la saga de dibujos nipona y quien se lo pondrá difícil a los cazadores con su caparazón, el que le permite zambullirse a gran velocidad en el agua de lugares tan recónditos como el Peñón de Ifach.

 

En la Costa del Sol, la Costa Verde y la Costa de Galicia también se puede cazar “pokémons”

 

No hay rincón de España al que la horda de estas criaturas no llegue, así, la costa de Estepona tampoco se ha librado de la invasión. En ella, el perezoso Bulbasaur se ha afincado para ofrecer un nuevo reto a los seguidores de este juego.

 

Snorlax, la evolución de Munchlax, ha preferido la tranquilidad de la costa asturiana para hacer lo que más le gusta, comer y dormir, convirtiendo la capital de la Costa Verde, Gijón, en un “punto de interés” apetecible no sólo por su gastronomía o parajes naturales, sino también por formar parte del “poketurismo”.

 

Por último, A coruña también ha visto como sus calles y, ahora, también sus playas se llenaban de “pokejugadores”. Admirada por sus acantilados, Onix, un “pokémons” que debe su nombre a la roca mineral semipreciosa que lleva el mismo nombre “Ónix”, ha elegido este paraje gallego para esconderse de las “pokeballs” más hábiles. |dec